Leo llevaba en la ciudad tres días. Tres largos e intensos días para Tom, quien había tenido que presenciar diversas escenas entre los chicos.
Había algo en todo aquello que le incomodaba. Ver a Leo con Lucy podía resultarle indiferente ya que ni era su hija ni su pareja. Sin embargo, no era capaz de quitarle los ojos de encima y arder en llamas cuando se mostraban el mínimo afecto.
La chica no había intentado buscarle desde aquella noche en la cocina, a altas horas. Podría mentir y decir que no le importaba, pero en el fondo, le importaba y mucho.
Porque le gustaba. Le atraía tanto, que disfrutaba de sus intentos en que Tom cayese a sus pies, por mucho que este se negara.
Eran cerca de las tres de la mañana y el castaño no podía dormir. Gwen descansaba a su lado a pierna suelta, mientras que este solo miraba al techo con expresión neutral.
De repente, el sonido de la puerta principal le sorprende. Sabía que eran Leo y Lucy, quienes habían salido al centro de la ciudad en busca de algo de diversión. Suspira y cierra los ojos, tratando de dormir.
— ¡Joder, he perdido el tacón! —exclamaba la rubia desde la planta baja, estallando en carcajadas justo después.
— Eso te pasa por bailar como una zorra sobre el escenario —respondía el pelinegro entre risas, elevando el tono de voz cada vez más.
Gwen gruñó en sueños, removiéndose. Tom finalmente se levanta, saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras él, bajando las escaleras.
Lucy estaba tumbada sobre el sofá, con las piernas abiertas y un pie descalzo. Leo estaba fuera de escena, buscando algo de comer en la nevera.
— ¡Tom! —exclama la joven al verle a los pies de la escalera, algo confuso— ¿Vienes a verme?
— Vengo a deciros que os calléis —espeta con dureza, acercándose a ella— ¿Veis normal la hora que es?
— No seas un aburrido, no me gusta cuando eres así —contestaba Lucy haciendo un puchero.
— Y a mí no me gusta cuando llegas así —gruñe, sentándose al lado de la chica en el sofá, lanzando un gran suspiro.
— ¿Borracha? —carcajea Lucy, bajando el tono de voz— Eres tan dulce. ¿Y Leo?
Tom se levanta, caminando hacia la cocina. En el suelo, Leo dormía plácidamente a los pies de la nevera. El mayor rueda los ojos, cogiéndolo ágilmente y posándolo en el sofá para que descansara. Lucy les miraba con expresión neutra.
— Ve a dormir —comenta Tom, mirando a la rubia, quien niega con la cabeza— Lucy, a dormir.
— ¿Me vas a mandar a dormir? Prefiero que me mandes a otra cosa —carcajea, en tono divertido, jugando con la paciencia de Tom— ¿Quieres?
— No. No quiero, venga —exclama este, cogiendo a la chica en brazos, quien rápidamente patalea ante la acción de Tom— ¡Vamos!
— ¡Tom, bájame! Puedo andar, maldita bestia —gruñía Lucy, tratando de luchar contra el musculoso cuerpo de Tom. Evidentemente era en vano, porque además de ser este más fuerte, ella iba algo bebida.
Estaba consciente, pero el alcohol había conseguido afectarla lo suficiente para que sus mejillas estuviesen tintadas de rosa.
Sube las escaleras con la joven a cuestas, quien dejó de patalear. Entraron en la habitación y Tom cierra con su pie la puerta. Deja a Lucy sobre su cama, caminando de vuelta a la puerta para salir.
— ¡No! —exclama Lucy. Tom para en seco, girándose para mirarle.
El top de tirantes que llevaba le quedaba grande, haciendo que uno de los tirantes cayese por su hombro. Su falda había dejado de estar a la altura que debería hacía un rato. La miraba con ojos de ciervo herido, casi haciendo un puchero.
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STEPFATHER (TOM KAULITZ)
Fiksi PenggemarSu padrastro y siete años mayor que ella, ese es Tom Kaulitz, el nuevo marido de su madre. Aunque eso no será mucho impedimento para la joven de veintidós años, Lucy Smith.