—Solo vámonos—dije en un hilo de voz, sintiendo como todo mi cuerpo se encogía hasta ser minúscula, diminuta. Así me vea, pequeña ante esto.Bill no dijo nada, tan solo me miró con pena en sus ojos y aceleró por las calles de Berlín hasta el apartamento de Tom, donde seguían estando Leo y Emma.
Oh, Emma.
—No le digas nada a Leo, ¿está bien?—miré a Bill a los ojos, suplicando—Solo quiero estar sola.
De nuevo, Bill entendió y accedió a mis peticiones. Una vez que llegamos al apartamento, lo primero que hice fue darle un beso en la frente a mi hija, tragándome esas ganas de llorar tan jodidamente grandes.
—¿Seguro que estás bien?—me preguntó Leo, apoyando una mano en mi hombro—Te noto rara.
Quizá es porque acabo de pillar a mi marido poniéndome los cuernos con una cualquiera en su oficina.
—Todo bien—mentí, fingiendo una sonrisa—No te preocupes.
No parecía muy convencido, pero aún así se fueron ambos. Bill me miraba cómplice y con pena —de nuevo— pero no decía nada. Una vez me quedé sola, me senté en el sofá y cerré los ojos, comenzando a llorar en silencio para no despertar a Emma, quien se había vuelto a dormir.
Me dolía todo, sobre todo el corazón.
¿Cómo ha sido capaz de hacerme esto? Acabo de dar a luz a su hija, a lo que se suponía que era la mayor alegría de nuestras vidas. Me había engañado, tal y como lo hizo con mi madre.., ¿era cierta entonces esa teoría? Si un hombre lo hace una vez, lo hará más.
Pero el me juró que no.., que me amaba, que era suya y él era mío.
Emma comenzó a llorar de la nada. ¿Acaso podían los bebés sentir cuando nos encontrábamos mal? No dudé en cogerla en brazos, meciéndola y caminando lentamente por el salón, buscando que se calmase.
—Sh, tranquila, mi vida—susurré, débil y tan triste, tan ida en mis propios pensamientos—No llores, ¿hm?
Su pequeña mano rodeó mi dedo, agarrándolo con firmeza. No quería llorar delante de ella, no me quería mostrar tan mal.., pero no pude evitarlo. Sus preciosos ojos verdes ya no lloraban, sino que me miraban fijamente mientras seguía agarrando mi dedo índice con todas sus fuerzas.
—Te quiero—le susurré, aunque no lo entendiese ni pudiera decirlo de vuelta. Tan solo se lo dije.
Me pasé la siguiente hora abrazada a mí misma en el sofá —en lo que Emma dormía aún más—, pensando y pensando pero sin llegar a ninguna conclusión. Me sentía traicionada, dolida.., pero de alguna manera, no podía odiar a Tom.
Pensaba en él y no le odiaba, sino que le quería con tantas fuerzas que incluso.., incluso le echaba de menos.
Y fue ahí cuando apareció.
—Lucy—parecía acelerado, sin respiración. Dejó el maletín caer al suelo, como si le importase entre uno y cero—Lucy, tienes que escucharme.
—me límite a mirarle, con los ojos aguados—Tom, yo..—y me interrumpió.
—Necesito que me escuches—insistió, sentándose a mi lado y haciendo que nuestros muslos rozaran. Me alejé por instinto, no quería y al ver en su mirada la sorpresa y el dolor, se me revolvió el estómago aún más—Por favor, Lucy. Sabes que yo te quiero, eres el jodido amor de esta vida y de cualquiera.
Cerré los ojos al oírle, sintiendo las lágrimas querer salir con tanta violencia que no podía contenerlas. Quería huir, pero mis pies seguían quietos sobre el sofá.
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STEPFATHER (TOM KAULITZ)
FanfictionSu padrastro y siete años mayor que ella, ese es Tom Kaulitz, el nuevo marido de su madre. Aunque eso no será mucho impedimento para la joven de veintidós años, Lucy Smith.