vol 2. part 19

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—Buenos días.—saludé a Leo en lo que entraba en el salón, donde él estaba viendo la televisión desde el sofá. Me senté a su lado, disfrutando de las vistas a la maravillosa bandeja llena de tostadas para Tom y para mí que había preparado para nosotros—Gracias, cariño.—le agradecí.

—me miró con una ceja alzada y una sonrisa torcida, sin responder a nada de lo que había dicho. Le miré confusa—.¿No tienes nada que decirme?

Por mucho que pensaba en lo que supuestamente debía decirle, no caía. Se había creado un silencio entre ambos y Leo no soltaba prenda.

—Te doy una pista, ¿vale?—asentí. Aclaró su garganta y cerró los ojos ligeramente—¡Oh, Tom!—comenzó a gemir por lo bajo, encorvando su espalda hacia adelante y paseando sus manos por su pecho—¡Sigue, sigue!

Entonces entendí.

Sus últimas palabras antes de irse a dormir anoche fueron "no folléis en mis sábanas" y.., eso fue justo lo que hicimos. En mi defensa diré que fue de imprevisto, ambos nos despertamos de madrugada por un ruido extraño y una cosa llevó a otra.., mi camiseta en el suelo y sus calzoncillos lejos de la cama.

Aún así, pensé que no habíamos hecho ningún ruido.

Me sonrojé avergonzada, agachando la cabeza y mordiendo mi labio inferior en lo que Leo seguía imitando mis gemidos.

—¡Ya está!—exclamé en un susurro, esperando que Tom no haya oído nada—Joder, pensaba que no hicimos ruido.

—Al menos me consuela saber que no folla mal.—bromeó, haciéndome soltar una carcajada—Entiendo que estés con él, pero que sepáis que vais a lavar esas sábanas antes de iros.

—Su polla no es lo único que amo de él.—respondí firme, aún bromeando. Leo y yo carcajeamos ligeramente, en lo que Tom aparecía frente a nosotros.

Se había dado una ducha, por lo que iba con tan solo una toalla enrollada a su cintura y su cabello suelto, cayendo por sus hombros.

Se me hacía la boca agua, y no era la única. Le di un pequeño codazo a Leo al darme cuenta de que su boca estaba entreabierta mirando los abdominales de mi ahora futuro marido.

—Buenos días.—saludó inocente, secándose con una toalla su pelo mojado. Yo seguía tratando de mantenerme cuerda, al igual que Leo—Oh, tostadas.—dijo alegre al ver el desayuno preparado por mi amigo—Gracias.

—Gracias a ti.—susurró, aunque pude oírlo. Rodé los ojos y él solo se encogió de hombros. No había nadie que no cayese a los encantos de Tom Kaulitz.

Tom se acercó a mí y elevó mi barbilla posicionando un dedo bajo esta, para después dejar un beso corto en los labios.

—Buenos días a ti también, preciosa.—dijo por lo bajo, haciendo que una sonrisa tonta salga de mis labios—Voy a vestirme y desayunamos juntos.

—Está bien.—accedí, sonriéndole en lo que se iba de la habitación y volvía a dejarnos a mí y a Leo solos— Córtate un poco, es mi prometido.—dije elevando una ceja y sonriendo ladina.

—Cariño, con un prometido así, cualquiera babea.—carcajeó—Se me había olvidado lo guapo que era.

Y era cierto, Tom era simplemente uno de los hombres más atractivos del mundo y no había nadie que pudiera negarlo.

Tras ciertos minutos, Tom volvió ya vestido y desayunamos los dos juntos en lo que Leo terminaba de ver un capítulo de la nueva serie a la que estaba enganchado.

—He pensado que podríamos ir a la Torre Eiffel.—comentó Leo—Hace mucho que no subimos y es un lugar que siempre hay que ver.

Tom y yo accedimos sin pensarlo, ya que a pesar de ser un enorme cliché y nada novedoso, tenía esa necesidad imperiosa de crear recuerdos con él en cada esquina.

STEPFATHER  (TOM KAULITZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora