Abría los ojos con dificultad, aún pegados por el sueño acumulado. Paseó su vista por toda su habitación, todavía sin asimilar que había vuelto a casa.
Su vuelta a casa, vaya montaña rusa.
Suspiró, echando mano de su teléfono en la pequeña mesa junto a su cama.
Las diez y media. En Europa era aún temprano, pero en Estados Unidos era considerado tarde. Retiró las sábanas de su cuerpo y apoyó los pies en el frío suelo, dándole escalofríos.
Tenia varias notificaciones. Algunas eran mensajes de amigos que había hecho por todo el continente europeo y otras mensajes de Leo sobre la situación con Tom.
Tom. Hoy era su cumpleaños.
Aquel día iba a ser movido, puesto que tenían pensado celebrar el cumpleaños del castaño y de paso el de ella, además de celebrar su vuelta al país.
Abrió la puerta de su habitación y caminó escaleras abajo para encontrarse con su madre y Tom, quienes comían de un pedazo de tarta.
— ¡Cariño! —gritó Gwen al verla caminar hacia ellos. Se acercó a su hija y le dejó un beso en la sien— ¿Cómo has dormido? Felicita a Tom, es su cumpleaños.
— Lo sé, mamá. Felicidades, Tom —dijo Lucy con una sonrisa tímida. Este la miraba como siempre, de manera intensa. Sonrió de lado y se acercó a ella.
A medida que se acercaba a ella, más tensa estaba.
Con una mano, Tom agarró su hombro y, sin que Gwen le viese, con la otra agarraba su espalda baja, dándole los dos besos tradicionales en Europa.
No podía olvidar que era europeo y era una manera de saludar.
Miles de corrientes eléctricas subían y bajaban por su cuerpo ante el contacto de sus grandes manos en su cuerpo. Aunque, le resultó extraño el atrevimiento al agarrarla de aquella manera en aquella zona.
— Gracias, Lucy —dijo Tom con esa sonrisa, marcando su piercing en el labio.
Por un segundo, se preguntó cómo sería besar sus labios con aquel adorno en la esquina.
— Toma, ¿quieres un trozo? —preguntaba su madre con una amplia sonrisa, ofreciéndole un pequeño trozo a su hija.
— Claro —respondió la rubia, sentándose junto a su madre, frente a Tom.
— En unas horas hay que estar preparados porque hemos quedado en un restaurante, ¿de acuerdo? Ya sabes las ganas que tienen Matilda y Jeremy de verte —hablaba la mujer, entusiasmada.
Matilda y Jeremy eran básicamente sus padrinos y mejores amigos de Gwen desde su época universitaria. Les tenía mucho aprecio y siempre estaban buscando ver a la joven, a quien habían visto crecer con tanto cariño.
Lucy asiente, dedicándole una leve sonrisa a su madre antes de darle un bocado a la tarta, con sus ojos fijos en Tom, quien no dejaba de mirarla.
¿Por qué la miraba tanto?
Aparta la mirada, evitando sonrojarse por tanta atención por parte del castaño. Fue entonces cuando se dio cuenta de las dos velas en forma de números que había en una esquina de la mesa.
Veintiocho. Esa era la edad de Tom.
En dos días Lucy cumplía veintidós, ¿en serio tenía Tom siete años más que ella? No es que aparentase más, solo que era una diferencia muy pequeña para que este fuese su padrastro.
— Te he comprado un vestido —añade la mujer, distrayéndola de sus pensamientos— Está en tu armario, lo he colgado esta mañana mientras dormías, no había quien te despertase.

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STEPFATHER (TOM KAULITZ)
Hayran KurguSu padrastro y siete años mayor que ella, ese es Tom Kaulitz, el nuevo marido de su madre. Aunque eso no será mucho impedimento para la joven de veintidós años, Lucy Smith.