vol 2. part 8

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Lucy's point of view.

Desperté gracias a la alarma de mi teléfono, que vibraba y sonaba bajo la almohada. Abrí los ojos en un chasquido de dedos y me apresuré a apagar la alarma. Joder, ya eran las ocho de la mañana.

Me estiré en la cama, despertando mi cuerpo. La habitación era mucho más bonita con la luz del sol. Estaba pintada en un color crema, decoradas las paredes con pequeños cuadros blancos y las sábanas eran de un precioso color gris. Se notaba que Tom había decorado todo su apartamento, incluyendo esta habitación.

Me senté en la cama y pose mis pies sobre el suelo, notando el frío mármol bajo ellos. Qué bien me vendrían unas zapatillas o unos calcetines de invierno. Abrí la puerta y salí, llevándome el dulce aroma de tostadas recién hechas desde donde estaba. Caminé hasta la cocina, de donde provenía el olor.

Ahí estaba Tom, quien parecía llevar despierto un tiempo.

— ¿Tom? —murmuré con la voz adormilada, frotando mis ojos. Este se giró y me sonrió— ¿Qué haces despierto?

— No sabía a qué hora despertabas normalmente —comenzó a decir— Así que me he levantado a las seis para hacer un desayuno completo.

De nuevo, flashbacks de aquel día que me hizo el desayuno, celebrando que estábamos bien. Celebrando que por fin estábamos admitiendo como nos sentíamos.

— No hacía falta —respondí aún sorprendida, queriendo parecer indiferente— No tengo mucha hambre.

— Si vas a trabajar, deberás comer bien —comenta, terminando de echar el café en dos tazas— Porque si dependes de tus habilidades para cocinar, morirás de hambre.

Bueno, no le faltaba razón tampoco.

— Luego iremos a tu apartamento para que te cambies y te llevaré al trabajo.

¿Qué cojones estaba pasando y por qué tanta amabilidad? Si pensaba que así podía ganarme, iba por mal camino.

— Está bien —accedí, ya que por lo menos no tendría que coger el metro y oler a sobaco durante quince minutos de trayecto.

El exquisito olor del desayuno empezó a abrir mi apetito, por lo que mi estómago rugió demandando comida. Tom elevó una ceja y carcajeó.

— Come, es para ti —dijo, invitándome a que comenzase a comer.

Había de todo; cruasanes, tostadas, mermelada, fresas.., ¿en qué momento había decidido levantarse para prepararme todo eso?

Para mi.

— Gracias —dije ahora con media tostada metida en la boca. Él no pudo evitar reírse y yo lo hice también. Era una postal graciosa a decir verdad.

Dejó las dos tazas de café en la mesa y cogió una de ellas para comenzar a beber. Yo hice lo mismo, ya que necesitaba bajar la tostada hasta mi estómago.

— Sabes que después de esto cada uno seguirá su camino dejando al otro en paz, ¿verdad? —le dije, mirándole a los ojos. Este estaba de pie, frente a mi— Somos pasado, ¿de acuerdo?

— Claro.

Asentí. Decir aquello no era tarea fácil, ya que una parte de mi, por alguna razón que desconozco, me sigue atrayendo a él y queriendo perdonarle, queriendo amarle de nuevo. Sin embargo, todo ese dolor no podía ser en vano echándose atrás.

Desayunamos juntos, sin decir mucho. Me llené enseguida, tras devorar dos tostadas más y comer un poco de yogur. Me daba pena desperdiciar lo que había quedado, pero afortunadamente, Tom conocía un hombre sin techo que vivía no muy lejos y se lo llevaría.

STEPFATHER  (TOM KAULITZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora