vol 2. part 11

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Tom's point of view.

Sentí como el sol comenzaba a molestarme, por lo que encogí mi rostro y me giré sobre mi cuerpo para quedar de lado, topándome con el de Lucy.

Lucy.

Su pelo rubio y largo adornaba su cuerpo, desnudo y abrazado al mío. Su rostro mostraba paz, tranquilidad. Respiraba lentamente, en un profundo sueño.

No pude evitar sonreír.

Era tan preciosa. Mi princesa.

Cometí el grave error de irme sin ella, de negar que la quería y no solo a ella, sino a mi mismo. Solo necesité verla de nuevo para darme cuenta de lo equivocado que estaba, de que la razón por la que no había podía olvidarla es porque no deje de quererla ni un segundo.

La chica que irrumpió en mi vida y mi matrimonio como una bola de demolición, como un terremoto sacudiendo mis sentidos. Esa chica ahora era y siempre había sido mi punto débil, mi amor más profundo.

Y yo que pensé que era una simple chica con caprichos, con arrebatos de querer con alguien en el momento y luego olvidarlo todo. ¿Quién nos iba a decir que nos volveríamos locos por el otro y que ni la distancia ni el tiempo podría borrar las huellas?

Dejé un suave beso en su sien, lo cual la hizo gruñir en sueños. Evité reír, pero me pareció divertido. Sus ojos se abrieron con lentitud, acostumbrándose a la luz.

— Buenos días —dije con una sonrisa cálida. Respondió con lo mismo, tapándose el rostro de inmediato. Entre risas quité sus manos de su rostro, para poder mirarla— No te tapes.

— Estoy fea —la oí replicar. Fruncí el ceño y negué con la cabeza, clavando sus ojos en los mío.

— Nunca —dije suavemente— Ni queriendo podrías serlo.

Vi como comenzaba a sonreír, marcando sus pómulos rosados debido a la vergüenza. A veces me sorprendía la dualidad de Lucy. A veces tímida, otras todo lo contrario.

Como anoche. ¿Timidez? Cero.

— Necesito una ducha —exclamó, tratando de zafarse de mi agarre. La apreté contra mi, ya que a decir verdad, me apetecía sentirla un poco más— ¡Tom!

— Vamos, un poco más —supliqué.

Pero no funcionó.

— Será rápido —canturreó, apartándose de mí para levantarse y caminar desnuda hacia el baño.

Menudo cuerpo. Menuda mujer.

Decidí vestirme en lo que ella se duchaba, haciendo la cama y yendo a la cocina en busca de un desayuno decente. Se nota que no había tenido mucho tiempo para ir a hacer la compra, ya que las baldosas seguían vacías y apenas había cosas.

Pude oír a los minutos como el agua se cortaba y unos pasos descalzos se acercaban a mí desde el baño. Sonreí, mirándola con una ceja elevada.

— ¿Qué? No he podido hacer la compra —dijo excusándose, encogiéndose de hombros— Además, alguien anoche me tuvo ocupada.

Y bien ocupada que estuvo.

— Me sorprende que puedas moverte —bromeé, a lo que ella soltó una risa nasal y se dejó caer en el sofá.

— Que no me hayas oído quejarme no significa que no me duela —replicó— Me duele horrores. Nunca habíamos follado así.

— No habíamos estado dos años sin vernos —respondí rápidamente, sin darme cuenta de que todo eso traía recuerdos amargos para ambos.

STEPFATHER  (TOM KAULITZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora