part 11

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— Y bien, ¿te gustan? —pregunta Lucy a su madre una vez que ha bajado las escaleras para enseñarle los pantalones que había comprado aquella mañana en el centro comercial.

Habían ido de compras. Si había algo que Lucy y Leo amaban y tenían en común era comprar ropa. Gwen y Tom no fueron con ellos esa vez porque ambos trabajaban, pero eso solo les dio la oportunidad de poder hablar sin que ninguno de los adultos les escuchasen.

— ¡Te quedan genial! —exclama Gwen al darse la vuelta, ya que estaba cocinando— Te hacen una figura increíble.

— Es lo que le he dicho —interviene Leo, quedando de pie junto a la rubia— Tiene un cuerpo increíble y todos estamos de acuerdo, ¿a que sí?

Gwen asintió frenética, admirando a su hija que tan mayor se había hecho en tan poco tiempo. Tom, sin embargo, no pudo ni abrir la boca. Sus ojos estaban pegados a las piernas de la joven, viajando por cada centímetro de tela que las cubría.

Aún así, asintió lentamente, completamente embobado con la imagen.

— Es genética —carcajeaba Lucy algo sonrojada por la atención, haciendo que su madre riese también.

Tom se relamió los labios por acto reflejo, sorprendiéndose a sí mismo haciéndolo. Desvió su atención de nuevo a su teléfono, evitando mirar a Lucy.

La noche anterior había sido intensa para ambos. Tom apenas había dormido pensando en todo lo que pudo pasar y por suerte, no pasó. Aunque en el fondo, su deseo por la joven gritaba en frustración. El cuerpo desnudo de Lucy sobre el suyo, completamente a su merced y a punto de hacerla suya.

Fue un sueño. Un sueño del que se tuvo que despertar antes de tiempo.

Desde entonces, apenas había querido mantener contacto visual con Lucy. Sin embargo, esta tenía otros planes y es que no pensaba parar por mucho que Tom marcase distancias.

Y siendo sinceros, hablando de Lucy, Tom carecía de fuerza de voluntad. El deseo era más fuerte.

— Tienes un culo increíble —comenta Leo en voz alta, llamando la atención del mayor, haciendo que vuelva a mirar a la chica.

Fue entonces cuando el pelinegro le dio una leve cachetada a una de sus nalgas. Tom eleva una ceja y aprieta los puños. Algo se removió en él y sabía perfectamente de qué se trataba, pero no lo admitiría.

Celos.

Le importaba que Leo la tocase. Le importaba que Leo estuviese haciendo lo que él tanto deseaba.

Eran celos.

La comida estuvo preparada minutos después, por lo que los cuatro se sentaron a la mesa en silencio. Lo único que podía oírse eran los cubiertos chocar y deslizarse por el plato.

— ¿Cómo llevas eso de irte mañana, Leo? —preguntaba Gwen, sacando tema de conversación.

— La verdad, fatal. Me lo estoy pasando genial aquí —comenta este, girándose para poder mirar a Lucy con una tierna sonrisa— Echaba de menos a Lucy.

— Ya mismo os volvéis a ver —añade Gwen, cortando un trozo de carne y llevándoselo a la boca— Ni os va a dar tiempo a echaros de menos.

La mujer sabía la especial relación entre su hija y Leo. Llevaban juntos muchos años, apoyándose a pesar de todo y todos.

Eran el alma gemela del otro en forma de una bonita amistad.

De repente, Tom, quien estaba absorto en sus pensamientos desde hacía unos minutos, siente un pie entre sus piernas. Frunce el ceño y rápidamente clava su mirada en Lucy, quien mordía su labio inferior.

STEPFATHER  (TOM KAULITZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora