vol 2. part 10

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Lucy's point of view.

Sentirle en mi me provocaba tantas cosas. Sentía que podía tocar el cielo, que estaba a miles de kilómetros del suelo.

Mordí mi labio inferior, sintiendo ardor en mi feminidad por el brusco movimiento. Tom, bajo mi cuerpo, tenía una expresión de puro placer. Su ceño fruncido y su boca ligeramente abierta, mientras que su pecho bajaba y subía irregularmente.

— ¿Te duele? —logró decir, acariciando mi cuerpo con suavidad.

Quería follarle hasta olvidarlo todo, hasta que mi cuerpo fuese solo cenizas.

Comencé a moverme, aún sintiendo ese ardor. Era dolor mezclado con placer, un placer que iba siendo cada vez más. Ambos gemíamos sin control, dejando salir las ganas que nos consumían desde hace tanto tiempo.

— Tom —gemí, encorvando mi espalda al sentirle tan hondo en mi. Me movía con ligereza, intensificando los movimientos para causarnos el mayor placer posible. Sus manos viajaban de mi cintura a mi culo, mis muslos— Joder.

— Te encanta montarme, ¿hm? —dijo con una sonrisa ladeada, mientras que su mirada brillaba con deseo. Deje escapar una pequeña risa mezclada con un jadeo, no dejando de moverme sobre él— Siempre te gustó.

— Ajá —dije en un gemido, cerrando mis ojos con fuerza. Aún dolía, pero me sentía tan bien. Apoyé mis manos en su pecho, buscando un refuerzo— Pero solo te monto a ti.

Eso pareció encenderle de más, haciéndole sonreír en lo que apretaba su agarre en mis muslos con tanta fuerza, que me arrebató un gemido de dolor.

Pero me gustó.

— ¡Tom! —grité al notarle elevar sus caderas para hundirse aún más en mi. Mordí mi labio inferior con fuerza, sintiendo mis piernas arder por el esfuerzo— ¡Sí!

Ya no dolía, era todo placer. Me moví mucho más intensamente, haciéndonos chocar e imitando el sonido de unas palmadas. Le sentía bombear en mi, llenándome con su miembro.

— Lucy —jadeó, abriendo sus ojos para mirarme desde abajo— Sigue moviéndote así, me voy a correr.

Oh no, aún no.

Me detuve de golpe. Me miró confuso, frustrado. Podía notar en cómo contraía su rostro que efectivamente, le quedaba poco.

— ¿Me quieres?

Era la última pregunta que haces cuando estás follando, pero es lo primero que se me ocurrió y lo que más me importaba.

— Claro, Lucy —dijo acariciando mi culo con las palmas de sus manos— Siempre.

— Cuanto —susurré inclinándome sobre su cuerpo para dejar nuestros rostros a centímetros— Dime cuanto, Tom.

— Jamás podrías acertar cuanto —susurró mirándome a los ojos— Nunca. Siempre te quedarás corta.

Necesitaba que siguiera moviéndome, lo notaba en su mirada. Como también notaba la sinceridad en sus palabras.

De repente, comencé de nuevo con los movimientos sobre su cuerpo. Le hacía entrar y salir de mi a un ritmo inaguantable, muy placentero. Encorvaba mi espalda, sintiéndole bajo mi ombligo. Mis gemidos eran cada vez más fuertes, sin pudor ninguno. Me daba igual que me oyesen, necesitaba esto.

— Di mi nombre —demandó, azotando mi culo con su mano derecha— Grítalo. Que todos oigan quién te está follando, Lucy.

No podía negarlo, eso me puso a mil.

— ¡Tom! —grité, inclinándome sobre su cuerpo por el agotamiento y haciéndole a él elevar sus caderas para poder seguir embistiéndome— Estoy cerca, Tom.

STEPFATHER  (TOM KAULITZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora