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Una de las formas que acordaron para conocerse, era salir más allá de las compras. Una caminata por algún lado, alimentar a los patos en el parque o pasear en el Bentley. Por más que él les llamase salidas, Crowley lo catalogaba una cita.

Una cita por obligación. Esas dos últimas palabras las agregaba Aziraphale.

Era la cuadra vez desde entonces, y el albino de cabellos rizados estaba sentado en una banca del parque al frente del departamento esperando a que llegase si esposo. Estuvo una hora ahí hasta que se levantó, sin saber cómo sentirse...

— Cuando lo vea conocerá la bendita Ley del hielo. — Se dijo, cerrando el cierre de su abrigo, molesto.

— ¡Aziraphale!

Alzó la cabeza al escuchar su nombre, allí estaba Anthony corriendo hacía él. Frunció el ceño arreglando su bufanda con diseño de tartan, decidido a cruzar la calle para entrar al departamento antes de que le alcanzase y poder encerrarse en su habitación.

No es que le importa se tender lazos con el adverso, pero a cualquiera le molestaría ser plantado en una salida, por más que fuese obligada.

— Aziraphale, ¡por favor, escúchame!

Las manos masculinas del más alto lo detuvieron desde los hombros, forcejeó queriendo zafarse pero no pudo contra la fuerza impuesta por Crowley. Le miró expresando su incomodidad, hasta podría haber dicho una grosería.

— ¿¡Por qué te escucharía si te demoraste una hora en llegar, Anthony!?

— ¡Siento haber llegado tarde! — Habló dejando de hacer fuerza pues Aziraphale se quedó quieto — ¡Pero es que ví algo y no pude venir sin conseguirlo!

— ¿¡Y que! Pudiste avisarme...

— ¡Sí que lo hice!

Crowley mostró su celular con los mensajes enviados. Aziraphale abrió sus ojos en sorpresa y revisó el suyo viendo las notificaciones, no estaban ahí; se puso como una roja manzana, más al ver que no había prendido los datos.

— Aún así...

— Lo sé, lo siento. De todas formas, tómalo.

Sacó de la bolsa que llevaba un abrigo, pero no era uno cualquiera, sino, el que había deseado Aziraphale cuando fueron juntos al centro comercial la vez anterior. Lo tomó confundido, ¿que estaba pasando?

— Pero... Si valía mucho. ¿En serio fuiste a comprarlo?

— Quería que tuvieras un buen recuerdo de esta salida. — Crowley se acomodó sus lentes oscuros, se notaba arrepentido. — Pero la fila era enorme.

— Oh, querido...

No sabía qué decir, había llegado tarde, sí, pero sucedió porque Crowley se tomó el tiempo de comprarle algo que había querido desde hace más de dos meses. ¿Por qué Anthony era tan amable con él cuando se supone que eran solo unos desconocidos obligados a estar juntos?

— N-No puedo aceptarlo. — Terminó por decir. — Me voy a mi habitación, puedes ir a comer tú solo.

Turbado cruzó la calle dejando a Crowley allí, tenía demasiado que pensar y no podía dejarse vender solo por un obsequio.


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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora