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No quiso aceptarlo, ni aunque sus mejillas estuviesen tan rojas como un tomate, no quería aceptar que su corazón se había acelerado con solo ver a su novio portando una ropa distinta a la que acostumbraba. No era primera vez viéndolo de ese modo, pero siempre había un contexto laboral detrás de ello, ahora no tenía ningún motivo de andar portando una camisa blanca y unos pantalones tan formales.

Apenas lo vio, intentó comportarse como era normal pues el pelirrojo parecía no hacer ningún gesto provocativo para molestarle con aquellas pintas.

Mentira.

Hasta cuando respiraba sentía que lo estaba provocando.

Por el resto del día -el cual tenían libre- estuvo tenso intentando distraerse, acariciando a Adam, jugando con él o encerrándose en la cocina intentando seguir alguna receta que hallara en internet. Solo cuando el atardecer brindaba un grato calor por el ventanal, Crowley se le acercó detrás de la barra.

— Ángel, siento que me estás evitando.

No iba a negar que estaba haciendo eso, al menos lo aceptaba mentalmente, pero no le daría la razón a voz alta. Solo negó con la cabeza.

— Solo estoy algo ido, querido.

— Mmm, no te creo ni un poco.

— Créeme.

— Áaaangel...

— Ahh, ¡No me pasa n--! nada.

Casi se atragantó al darse vuelta y tener a su novio a un lado, su camisa tenía el botón superior desabrochado, ofreciendo un aire menos formal, más bien, uno mucho más sensual. Se tuvo que morder la lengua para evitar que sus propios pensamientos se exaltaran, no podía ser que él mismo estuviese tan sumergido en aquellos impuros deseos; no tenía nada de malo pensar que lucía increíblemente apuesto, pero que su mente empezara a explotar en mil escenarios lo hacía sentir un pervertido.

Giró abruptamente el rostro, volviendo a la sartén donde preparaba la cena, ni tiempo se dio de ver la expresión del adverso, no sabía si estaba jugando con él o de verdad creía que se sentía mal.

— Está bien, te creeré. — Terminó por decir el más alto, aunque oyó que carraspeaba — Pondré los servicios mientras tanto.

— Bien...

Antes de comer tuvo que ir al baño a lavarse el rostro y bajar el calor de sus mejillas, ayudándole a tener la consciencia limpia por un rato más; podría proponer acostarse temprano y por ende cambiarse a ropas de dormir, era su única escapatoria antes de que...

¿Antes de que qué exactamente? ¿Saltarle encima?

Ahí se planteó lo tonto que se estaba comportando, sintiéndose más aliviado por el resto de la cena hasta que por fin fueron a la habitación para ver televisión allí.

— ¿No te pondrás pijama? — Preguntó el albino.

— Por ahora no, estoy cómodo con esta ropa.

Tragó saliva pero no se quejó más, al contrario del más alto, se cubrió con las sabanas y sentado trató de estar pendiente en la serie que veían; no sería el fin de mundo que estuviese con esa camisa blanca de tela delgada que hacía que su cuerpo luciera mucho más, demostrando al mundo que su torso era firme, guapo y candente y que...

Una risa tonta escapó de la garganta de Crowley, despertando al pobre albino, se había quedado nuevamente fantaseando.

— Está bien, está bien, ya no puedo. — Volvió a reír Crowley, el más bajo entre ambos no comprendía por qué se estaba muriendo a carcajadas a su lado.

Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora