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Ambos estaban cenando, Aziraphale se seguía sintiendo mal por lo que se mantuvo callado todo ese día. La comida había sido pedida por una aplicación de comida así que ninguno había cocinado.

Cuando terminaron, Crowley tomó los platos sucios y se fue a la cocina. Eso confundió al albino, debido a que esa noche le tocaba a él limpiar la loza. Intentó pensar en otras cosas para distraerse ya que no se atrevía a levantarse de la mesita.

Pasado los pocos minutos el pelirrojo volvió a aparecer secándose las manos con un paño; allí habló:

— Lavé la loza.

— Me tocaba a mí. — Respondió en voz baja.

— Es para recompensar.

Aziraphale apartó el rostro hacia un lado, aunque desde el principio le estaba dando la espalda al contrario. Sintió cómo él se acercaba y al colocarse al lado, se inclinó para acaparar su mirada.

— Venga, Azi, no me ignores, me hiere el corazón.

— No debería.

— Pues lo hace, no quiero que te enojes conmigo.

— ... De quién estoy enojado no eres tú.

Anthony se sentó frente suyo, ladeando la cabeza.

— ¿De Anathema?

— ¡Por supuesto que no! — Exclamó, claramente no era eso, de quién estaba enojado era de él mismo pero la culpa no le dejaba hablar — Dejemos este tema, por favor.

— Bien... Bien, pero al menos volvamos a nuestras conversaciones normales, ya tienes suficiente estrés laboral para tener más por esto.

Se le quedó viendo por el rabillo, y después directamente. Estuvo unos segundos callado, pensando que era lo mejor volver a la normalidad, se estaba comiendo la cabeza si seguía comportándose como un tonto. Suspiró.

— Tu propia existencia me estresa, querido Anthony. — Rió bajito.

Pasó tres segundos hasta que Crowley pareció captar que era una broma.

— ¡Bastardo!

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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora