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Sentía su cuerpo demasiado pesado, como si el día anterior hubiese hecho un gran esfuerzo y ahora sus músculos estaban resentidos. Soltó un pesado suspiro, abriendo los ojos con pesadez, notando que unos brazos estaban apresándolo por detrás, impidiendo algún movimiento que los quitara de la posición. No se sobresaltó, era bastante claro quién estaba a su espalda, apegando su torso a su columna, aunque no pudo evitar ruborizarse al recordar lo desenfrenados que fueron la noche anterior.

Tuvo que pasarse la mano por el rostro, bajando la vergüenza; anoche había cedido al calor del momento y había aceptado y querido cada una de las ocurrencias del pelirrojo para tener relaciones, nunca antes habían tenido un momento tan intenso como ese, y lo peor: él mismo había empezado con tal acto, todo por culpa de una bendita camisa que ahora estaba en el suelo.

Un movimiento ajeno al suyo le hizo notar que Crowley se estaba despertando, un grave y suave suspiro salió de la boca adversa, chocando con su cabellera, pronto ambos brazos en su abdomen se tensaron, siendo más atraído a él; Aziraphale tuvo que removerse para alejar su cadera, no quería empezar el día con más amor carnal, al menos no estaba en la mejor situación muscular.

— Ángel... — Saludó bajo el pelirrojo desde atrás, ganando la tranquilidad del ojiceleste por la calidez que desprendía.

— Dame un poco de espacio. — Solicitó Aziraphale, a lo que Crowley dejó de aferrarse.

De esa forma el albino se dio vuelta, quedando cara a cara con el culpable de su dolor físico, y culpable de su amor tan peculiar; sus ojos estaban ligeramente cerrados por sus párpados, aquellas largas pestañas cubrían ligeramente los iris miel de su pareja; su cabello estaba algo desordenado, pero aún con aquella forma que tanto amaba, ni el sudor y movimientos de ayer habían arruinado aquel peinado.

Crowley volvió a abrazarlo ahora que estaban frente a frente, esbozando una floja sonrisa.

— ¿Qué tal dormiste?

— Bien, aunque sigo algo cansado.

— Es normal, no nos dormimos tan temprano que digamos.

Aziraphale cerró los ojos, abultando los labios; pronto sintió cómo el adverso le depositaba un cariñoso beso en su frente, con eso se había relajado al completo, acurrucándose en el cuerpo del pelirrojo. Era increíble lo cómodo que podía estar así, amaba su cercanía y dudaba que eso cambiaría, incluso le ardiera el cuerpo.

Conversaron trivialidades por unos minutos, sin separar aquella cómoda postura, solo cuando Crowley se separó para estirarse, el albino notó algo que le hizo desvariar.

Recordaba bien que anoche habían tenido relaciones bastante rudas y vigorizantes, pero no se acordó de las marcas que le había hecho al adverso por su cuerpo; no era solo una marca de mordida, eran varias que circulaban por el cuello, hombro, hasta había zonas rojizas en otras partes que, por el golpe de recuerdos, hicieron que su rostro se asemejara un tomate maduro.

— No puede ser. — Susurró atónito, Crowley se dio cuenta a los segundos de sus muecas.

— ¿Qué pa- — No tardó en que su expresión se volviese burlona, rió, atormentando mucho más a su esposo — Ohh, no recordaba que me habías marcado tanto.

— ¡Calla! Yo... — No tenía excusa, solo se sentó en el colchón, pasándose las manos por el rostro, se estaba arrepintiendo demasiado de haber sucumbido, no pensó que quedaría evidencia de sus acciones al siguiente día.

— ¿Sabes lo más gracioso? Es que hoy me voy a tatuar.Fue un balde de agua fría, tragó saliva, susurrando en medio de su bochorno:

— ...Lo siento, querido.

— Pfft. ¿Sabes qué otra marca me dejaste?

— No quiero saber.

— Mira mi espalda.

— No, no, no.

Crowley rió una vez más, sentándose con tal de besar el hombro de Aziraphale, este se dejó hacer, incluso siendo nuevamente abrazado y acercado al pelirrojo en medio de su berrinche interno, pronto estuvo apoyado nuevamente en él, ganándose varios besos en su mejilla, para que dejara de estar tan apenado por sus acciones.

Después de unos minutos, Aziraphale se calmó, no volvería a ser tan salvaje. Se separó del tierno abrazo para destaparse e ir por al armario para sacar su ropa y empezar un nuevo día; mas, su calma nuevamente se vio afectada al ver al culpable de sus malestares musculares: en sus muslos estaban las mismas marcas que él había hecho en el cuerpo de Crowley; solo que estas circulaban el interior de sus piernas, llegando a estar bastante rojas; se vio los brazos y se revisó en una fugaz mirada, apretando sus dedos cuál garras al darse cuenta de que no fue el único que se dejó llevar.

— Querido... — Murmuró, girando su rostro para toparse con su novio sonriendo como tonto mientras miraba su celular, era evidente que se hacía el sordo — Parece que no fui el único intenso...

— No sé de qué hablas. — Dijo desviando un poco la mirada, estirando sus comisuras: se estaba aguantando la risa.

— Mis muslos están rojos, Crowley.

— ...Heheh... No querrás ver tus glúteos.

Crowley tuvo que salirse de la cama para huir de un abochornado Aziraphale, quedando en la esquina de la habitación mientras era regañado, para sorpresa de ambos, terminaron dándose el lote por un rato, hasta por fin empezar con el día como si el día anterior más que un sueño, fuese solo un buen recuerdo del gran nivel de confianza que se tenían.

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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora