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¿Qué cosas se debían hacer en esos casos? ¿Cuándo la desesperación e impaciencia rondan por el pecho de uno pero el miedo actúa como un semáforo en rojo haciendo todo de sí una bomba a punto de explotar?

Era una guerra interior, por un lado estaban los deseos de una vez declararse y la otra el raciocinio que pedía que por lo menos investigara más del comportamiento de Anthony para estar seguro.

— Ojalá fuera tan sencillo como preguntarle si le gusta alguien... — Se dijo a sí mismo mirándose en el espejo del baño.

Pensándolo de ese modo, sí había alguna forma de lograr sacar información vital, con tal de recordar los momentos donde Crowley estaba embobado por Anathema, sus sonrisas de enamorado, su distinta rutina con tal de entrar más al mundo adverso...

— Ángeeel, ¿puedo pasar? Quiero peinar mi cabello y llevas mucho raaato.

Dio un brinco por la sorpresa de escucharlo, se echó perfume y se apagó a la pared para dejarle espacio para que entrase, era su oportunidad de ver cómo reaccionaba estando los dos así.

Pésima idea para su poca resistencia a la vergüenza.

Crowley entró al ver que la puerta estaba sin seguro, allí estaba con una remera bastante holgada y negra, era temprano pero ninguno de los dos tenía que trabajar así que no habían motivos de ponerse formales. Se notaba que el más alto no había dormido las suficientes horas, tenía ligeras ojeras y bostezó varias veces.

— Buenos días. — Saludó Crowley, sonriendo galán a pesar del sueño.

— Hola...

El baño no era tan grande, Aziraphale trató de disimular sus planes tomando su cepillo de dientes para limpiarse, mientras tanto, el pelirrojo agarró la peineta y se arregló el cabello.

— Adam ha dejado mucho pelo en el sillón. — Pareció esperar respuesta pero al notar que para Aziraphale se le era imposible contestar con agua en la boca, prosiguió — Tenemos que evitar que la ropa de trabajo se ensucie.

El albino asintió, terminando de lavarse. Estaba algo decepcionado al no ver ni siquiera una reacción por estar tan cerca, de hecho, el único afectado era él mismo. Se notaba sus mejillas rojas contrastando con su blanquecina piel.

Era hora del plan dos.

— Será lo mejor limpiar los muebles al menos cuatro veces a la semana. — Comentó Aziraphale.Crowley ya había terminado de peinarse, dejando la peineta donde estaba; prosiguió a mirarse de lado a lado, sonriendo mucho más despierto. De cualquier forma, para el de ojos azules de ambas maneras se veía guapo.

— ¿No es demasiado?

— Se limpia todos los días, Anthony, querido.

— Ay... Que flojera.

Se encogió de hombros y suspiró, alzó su cabeza a la par que una mano iba hasta el cabello adverso, ahí le peinó con sus dedos.

— Tienes despeinado aquí... — Dijo casi titubeando.

Su cabello estaba ligeramente mojada debido al anterior trato para mantenerlo como estaba, lo que había dicho antes era una vil mentira para ver si siquiera el más alto sabía sonrojarse, pero él solo se quedó viendo sus bonitos ojos azules.

— ¿De verdad? Yo no lo veía.

Crowley se inclinó haciendo más fácil la labor de Aziraphale, en consecuencia estaban más cerca. El corazón del pobre albino se aceleró tratando de llevar lo más rápido posible la sangre a su cerebro, quien a su vez expulsaba adrenalina; sus pupilas trataban de quedarse dirigidas al más alto, pero apenas podía con los nervios.

Él único tonto que demostraba lo nervioso por estar tan cerca era él mismo, debía estar dando pena ajena.

— Sabes, es primera vez que estamos solos en el baño. — Comentó con una clara entonación de broma coqueta el pelirrojo — Eso me hace pensar que... Deberíamos besarnos para romper la tensión.

Esa fue la gota que derramó el vaso, tanta aceleración hizo que por impulso le desordenara el cabello de forma bruta y rápidamente huyó a la cocina.

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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora