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No había tenido buen sueño, y se notaba en su aspecto; unas bolsas bajo sus ojos que contrastaba con su piel y cabello albino. Debía maldecir al trabajo, había veces que se estresaba con solo pensar que tenía que ir a ese lugar a pasar horas de su vida sin aprovechar su juventud.

Bostezó, hace un par de horas había llegado del trabajo, Crowley no le había buscado pues, tal cual se había conversado la vez anterior, debería prestarle apoyo a aquella chica.

No se veía muy animado cuando llegó, no tenía el gesto usual, pero podía inferir que se trataba por ese reencuentro; era primera vez en más de un año que volvía a ver a su anterior amor y podrían haber sentimientos encontrados pues de todos modos, había sido un año sin rastros de ella. Era luchar contra el resentimiento y el cariño que no sabía si seguía teniendo.

Por desgracia, no estaba en su sano juicio para dedicarle una gran reflexión. Solo se acercó a él cuando el pelirrojo llegó para abrazarle; eso logró que el más alto riera.

— ¿Me extrañaste?

— Shh. No es momento, querido, ¿cómo te fue?

— Bien, eso creo.

Crowley correspondió el abrazo pasando sus brazos por la espalda del albino, estar apegados era una grata sensación para él, era hundirse en sus ropajes e inhalar su aroma, además que sus cariños de por medio le dejaban muy dócil. Un bostezo salió de su boca.

— ¿Cómo así? Cuenta bien.

— ¿Y si nos sentamos?

— Noo... — Alargó la vocal, usando algo de fuerza demandando autoridad.

— Hehe, bien. — Suspiró, esta vez su mano ahora acariciaba la cabellera albina, enredando sus dedos en su cabello, peinándolo — Fue algo incómodo al principio, me contó mejor lo que le sucedió en todo ese tiempo y le di apoyo, pero por más que haya pasado por cosas difíciles, creo que me dejó un vacío muy profundo cuando desapareció...

— ¿Un vacío?

— Sí, es decir, me lastimó mucho pero lo hizo sin querer... Quizás no es buena idea mantener contacto con ella...

Su voz se había vuelto frágil, lo sentía al estar tan cerca de él. Aziraphale se separó pero ahora Crowley fue quien se negó a que lo hiciera, tomando ambas manos adversas y observándolas. El albino quería hablar, aconsejarle, no obstante no tenía idea de qué decir. Anathema no era mala, sus acciones jamás tuvieron un toque de maldad.

Aun así, ella no podía depender de Crowley.

— Crowley. — Intentó hablar seriamente, reafirmando el agarre de las manos mientras le miraba a sus hermosos ojos — No te tienes que obligar a entablar conversación con ella, ser su soporte, no creo que seas el único con quien ella tiene contacto, tú has seguido tu propio camino, saliste adelante. Si te sientes mal de todas maneras, lo único que se me ocurre es que le des apoyo pero marcando distancia, Anathema lo entenderá y así poder cerrar ese arco.

Mientras hablaba, Crowley iba alzando la cabeza con tal de mirar mejor a Aziraphale. Se notaba que necesitaba esas palabras, fueron las suficientes para hacerle esbozar una sonrisa que demostraba un mejor ánimo. Arqueó las cejas.

— Eres increíble, Ángel.

El aludido se sonrojó ligeramente.

— ¿Te sientes mejor, querido?

— Sí. ¿Ahora puedo besarte?

— Ugh. ¿Por qué siempre tienes que preguntarmelo?

— Porque me gusta como te pones. — Rió.

— Deberías dejar de tomarme las manos. — Prosiguió Aziraphale.

— ¿Por qué? Sabes que me gustan tus manitas.

— Sí, pero... Después nunca l-las quiero soltar.

Quiso decirlo y ni lo sopesó pues sabía que daría un paso atrás. Aziraphale dijo eso mientras intentaba no desviar la mirada; había valido la pena, pues el rostro de su novio se tiño de un lindo rojo mientras sonreía apenado.

— A-Ay, Ángel, si antes no estaba lo suficientemente animado, ahora realmente siento que puedo estoy en el cielo.

— Tonto.

Crowley rió y se acercó para darle un tierno besito.

Ya estaban mucho mejor.

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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora