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El trabajo estaba bastante liviano esa tarde, si era optimista podría terminar en veinte minutos si se concentraba. Iba a esforzarse al máximo pues aquella tarde le tocaba a él hacer la cena y a veces el pelirrojo se quejaba de tener hambre, no lo hacía de forma irritante, solo era parte de su dramático ser.

— MMmm, Áaaangel, tengo hambre.

Era demasiado temprano como para escuchar sus quejas, intentó ignorarlo siguiendo con su escritura pero no tardó en sentirlo a su espalda.

— Come algo por mientras, me falta aún.

— ¿Cuánto?

— Si me dejas trabajar en paz... — Breve silencio — Media hora.

— Aún me pregunto si haciendo esto en cada te pagan.

— Se supone que sí, sino, ya me hubiera ido de ese lugar hace un tiempo. Quizás lleve tres años en mi vida laboral pero eso no me hace un novato.

El pelirrojo hizo un ruido que se podía entender cómo afirmación, Aziraphale suspiró borrando un par de palabras, se estaba bloqueando por la charla con Crowley.

Y parecía que seguiría estando sin poder avanzar debido a las acciones inesperadas adversas.

Crowley no se rendía en su búsqueda de atención, sin importarle que estuviese trabajando se acercó de tal forma que al inclinarse, pudiera fácilmente caer al hombro del albino, de esa forma, rodeó su cuello con sus brazos, formando un abrazo cercano y cálido, seguramente mucho más confortable que su abrigo favorito.

Estaba tan cerca que su piel estaba rozando con su propia mejilla, al estar sentado en la barra, ganaba una altura suficiente para que Crowley no se estuviera partiendo la espalda al abrazarle, y por supuesto, parecía aprovecharse de eso, haciendo de su torso el nuevo respaldo de aquella silla.

Trató de respirar tranquilo, eran de esas veces que el ojos amarillentos como la miel le abrazaba sin ningún motivo, esos momentos donde su cordura nuevamente caía en desgracia y sueños mezclados de ilusión y su antónimo. Pese a todo, trató de seguir escribiendo.

— Ángel.

— ¿Mh-mh? — Apretó los labios tras producir ese sonido, la voz contraria caía directamente en su oído, siendo suave y pecadora para sus sentidos. Sus dedos quedaron petrificados sobre su teclado.

— Mm... No, nada. ¿Puedo quedarme así hasta que termines?

— C-Cómo gustes, querido...

Se maldijo por su titubeo, era imposible controlarlo cuando escuchaba de forma tan distinta al más alto, quería chillar, ya no podía escribir más debido a que su mente había sido ocupada nuevamente por Anthony Crowley. Su rostro se enrojeció, viviendo otra vez en su crisis existencial.

Había tensión, una tensión que le hizo recordar a las palabras que había dicho él hace menos de una semana.

Debían besarse para romper la tensión.

Aún así, no creía que era lo correcto.

Siguió escribiendo, una palabra, dos palabras, llegó hasta la sexta. La leyó y releyó hasta que notó que estaba pésimo escrito, tuvo que borrarla por completo, tensando sus dedos de tal forma que parecían ganchos.

Cómo no sentirse así si podía poco y más escuchar la suave respiración de él calentando su propio hombro, sus brazos le envolvían y su pecho sobre su espalda hacía que simplemente no pudiera resistirse a la comodidad.

Crowley lo estaba haciendo enloquecer.

— Crowley...

Al diablo.

Así era imposible.

— ¿Sí?

Al llamar su atención, el joven alzó la cabeza, fue el momento preciso donde sus propias manos agarraron sus mejillas y se dio vuelta para entonces, besarlo.

No supo cómo había atinado, fue un impulso alucinante donde sus propios labios presionaban los adversos imponiendo autoridad. Más que nada porque no aceptaría un no por respuesta, si lo recibía, de inmediato se encerraría a llorar.

Como había sido algo acelerado, no supo más que su propio latido de corazón, no supo si le correspondieron o si lo hacían porque sí. Quizás lo mejor hubiera sido confesarse antes de besarlo pero... ¿Qué más daba? Ya había saltado a la fosa de los leones.

Tras unos cinco segundos. Se separó dándole la espalda y escondiendo su cara entre sus manos.

Tenía demasiado miedo.

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Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora