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Crowley podía sacar lo peor de Aziraphale, podía provocar que su mente fuese un lío tanto por sentimientos tontos como paranoicos. Era algo que podía cansarle, pero a la vez era aquel incentivo de mantener su corazón latiendo por él, pues casi nunca sabía con qué llegaría el de cabellos rojizos, que fuese una caja de sorpresas era lo que provocaba que Azira no supiera qué esperar de ese nuevo tatuaje.

A pesar de todas las marcas que se hicieron mutuamente la noche anterior, debía seguir con su vida laboral, debían pagar el pan de cada día. No obstante, en todo su horario no podía dejar de pensar en su novio: ¿qué se haría? ¿Dónde lo haría? ¿Sería una imagen grande o pequeña?

No tenía nada en contra de los tatuajes, no se veía a sí mismo con uno pero los encontraba bien siempre y cuando fuese una ilustración bonita y en zonas comunes. ¿Y si Crowley se hacía un tatuaje en la cara?

Se tuvo que acariciar las sienes, Crowley no era tan tonto como para hacer algo que podría dañar su figura profesional, ¿no? Su padre, su suegro era un hombre que, a pesar de no ser alguien de renombre, sí tenía el poder necesario para haberlo casado bajo un contrato. Si el hijo de ese hombre hacía algo así, podrían castigarlo.

Ahora tuvo que ahogar un suspiro derrotado, debía dejar de pensar en sucesos tan exagerados, debía concentrarse en su trabajo y dejar que las cosas fluyeran. Solo era un tatuaje.

Gracias a su consuelo mental, pudo cumplir con las horas y salir del trabajo de una pieza, a lo largo del día Crowley le había mandado mensajes diciendo cómo le iba, puesto a que por el tatuaje pudo salir antes del trabajo y por ende llegaría después que él al departamento. Por un momento se quiso ofrecer a acompañarlo, pero decidió estar solo y quizás preparar algo delicioso para la cena; siendo sensatos, Crowley llegaría lloriqueando y haciendo dramas incluso se hubiese tatuado un lunar en el brazo.

El último mensaje de Crowley fue un emoticón de un emoji lanzando un beso junto a un mensaje de que ya le tocaba tatuarse. Le respondió con un sticker de gato-Adam para ser exactos- y guardó el celular. Ya no habían arrepentimientos, era todo o nada.

Era irónico que el más nervioso fuese Aziraphale.

Tras llegar a su hogar, regar las plantas y jugar un rato con Adam, recibió otro mensaje del pelirrojo; esto le sorprendió, más al ver que decía que ya había terminado v va volvía a casa.

— Tendré que pedir comida a domicilio y rezar que llegue antes que Crowley.

Miró a Adam esperando que le maullara, como si lo que acababa de decir en voz alta fuese dirigido a él, tanto terror ya lo estaba poniendo mal.

Tras todo su lío mental, solo tuvo un tiempo breve a solas antes de escuchar el tintineo de las llaves al otro lado de la puerta, pronto pudo ver cómo aparecía aquel hombre que tanto le hizo suspirar, suspirar de agobio.

— Querido, bienvenido.

Saludó, a lo que este esbozó su tonta sonrisa para después darle un casto beso sobre sus labios, un saludo normal.

— Hola, mi ángel, ¿me extrañaste?

— No, quizás Adam.

— ¡Ay, Azi! Está bien, Adam sí me extraño, ¡Adam!

Aziraphale vio cómo prácticamente el gato le ignoro yéndose al balcón, Crowley se arrodilló haciéndose el derrotado. Aziraphale rodó los ojos y se acercó para reposar su mano en su cabello, aunque sólo dio una suave caricia por respeto al intocable peinado.

Anthony reaccionó bastante rápido al sentir el mimo, levantándose mientras cambiaba de tema bastante alegre por su expresión.

— ¿Qué tal el trabajo?

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⏰ Última actualización: Apr 02 ⏰

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