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Tenía libre, iba a pasar la tarde con su hermano hasta que sea de noche para volver al departamento que compartía con Crowley. Se sentía renovado, estar una semana afuera había hecho que renovara sus ánimos, estaba dispuesto a enfrentar su triste realidad otra vez.

Gabriel se despidió desde el umbral mientras Aziraphale se subía a un taxi. Se sentía relajado, veía con mucha calma el cielo oscuro contaminado por las luces que alumbraban las calles. Se demoró poco en llegar, pagó la tarifa y en vez de ir directamente al edificio, fue a comprar algunas cosas para comer.

Sería una sorpresa, planeaba preparar algo para compartir con Crowley. En todo ese tiempo había evitado llamar, no tenía motivos de hacerlo si su idea era escapar de la felicidad ajena para encontrar la suya. Pero ese egoísmo siempre lo llevaba al mal camino, si Crowley y Anathema salían, les daría el mejor de las suertes.

Al llegar al apartamento, su ánimo se vio atacado.

Crowley estaba sentado en el sofá con música melancólica llenando cada pared. Estaba tapándose el rostro con ambas manos en la espalda inclinada hacia adelante. No se veía para nada feliz.

— ¿... Crowley?

Se notaba que no lo había escuchado llegar, el pelirrojo se sobresaltó alzando la cabeza, ahí pudo notar su semblante triste y con ojeras. Aziraphale arqueó sus cejas hacia adentro, preocupado por verle así.

— Hey... ¿Qué tal? — Saludó el aludido sonriendo, pero no podía ya mentir, lo había encontrado en medio llanto.

— Anthony, querido, ¿que ocurrió?

— Nada importante, en serio.

— Anthony. Por favor.

El albino dejó las bolsas a un lado y se acercó, titubeando. El pelirrojo bajó la cabeza otra vez, deshaciendo su expresión fingida para suspirar.

— Anathema me rechazó...

— ¿Que...? Pero si ustedes iban bien, ¿por qué de repente...?

— ... No quiero hablar de eso, Aziraphale. — Resopló él, pasándose las manos por el pelo mientras se levantaba, bajó el volumen del reproductor — No te preocupes por mí.

— Crowley...

— Estaré en mi habitación, lo siento si no te acompaño a comer...

Aziraphale no pudo decir nada, se había quedado sin palabras y cuando quiso abrir la boca el más alto ya se había encerrado. No supo cómo sentirse, nunca lo había visto tan triste, ni siquiera cuando ellos habían descuido más de una vez. Se notaba que había llorado.

Se abrazó a sí mismo, quizás podía seguir en pie la idea de preparar algo bueno, le dejaría algo al contrario para levantarme los ánimos.

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AAAAAAAAAAAAAAAAAA

Gimme Love!!  [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora