CAPITULO 7.

1.3K 150 1
                                    

DANIELA.

Intento parecer arrepentida mientras mi padre me habla, o más bien me sermonea, acerca de lo que hice con la esfera de Poché.

—Da gracias a que esa chica es mucho más responsable que tú y no quiso armar un escándalo, pero yo te vi. Te vi con estos ojos, hija. ¡No puedes hacer eso! ¿Qué te pasa?

En realidad no espera una respuesta, así que no se la doy. El acento de mi padre florece, como cada vez que se altera demasiado. Siempre me fascina que, pese a haber nacido en este país, sus raíces sigan arraigadas y se dejen ver cuando menos te lo esperas.

—Me temo que tu padre tiene razón —dice Andrea—. Sé que la relación con Poché es mala, pero esto se ha hecho precisamente para uniros, no para alejaros más o para que uséis las actividades como armas arrojadizas.

—No lo haré más, de verdad. Solo quería divertirme un poco.

—Tienes una manera muy extraña de divertirte, Daniela. —Mi padre se frota la cara, frustrado—. Incluso tus hermanas pequeñas entenderían algo tan básico como esto: tienes que dejar de hacerle la vida imposible a María José.

—¿Por qué? ¿Por qué de pronto todo el mundo está empeñado en que nos llevemos bien? ¡Eso no va a pasar más! Somos enemigas.

—Mira, sé que pasó algo entre vosotras que os alejó de un modo que no termino de entender —dice Andrea—, pero no puedes extrapolarlo al trabajo, Daniela. Tienes que ser más responsable. Poché va a convertirse en tu jefa muy pronto y no te conviene generar conflictos así. Podrías perder el trabajo, cielo.

Intento imaginar a Poché despidiéndome y, la verdad, no lo consigo. Creo que en realidad sí estoy malacostumbrada en ese sentido. Soy incapaz de verla como a una figura de autoridad y eso va a ser un problema. No hay modo de remediarlo. Por supuesto, no puedo decir algo así, de modo que suspiro como si estuviera arrepentida y miro a mi padre y a Andrea como si fuera un cachorrito abandonado.

—Os prometo que me controlaré desde ahora. De verdad, no más bromas pesadas.

Ellos suspiran, frustrados, pero no les queda más remedio que creerme. Yo aprovecho el momento para largarme a mi habitación y respirar un poco de paz. Estoy cansada, ha sido un día larguísimo y solo quiero dormir y recrearme con la cara que ha puesto Poché al probar su chocolate caliente.

El problema es que, cuando estoy empezando a coger el sueño, recibo un mensaje suyo.

Poché

Vas a pagar por esto, Daniela Calle.

Daniela

No sabes el miedo que te tengo...

Poché

Deberías.

Daniela

¿Esto es como cuando pensaste que yo había escondido tu muñequita Barbie?

Poché

No lo pensé, fuiste tú.

Daniela

No tienes pruebas.

Poché

¡Apareció en tu mochila!

Daniela

Cualquiera pudo haberlo metido ahí, soy una persona con muchos enemigos.

Poché

Daniela, tenías siete años.

Daniela

Y tú, nueve. Estabas un poco mayorcita para barbies, ¿no te parece?

Poché

¡Eso no es excusa para que escondieras mi muñeca favorita!

Daniela

Te noto rencorosa.

Poché

No, me notas harta y vengativa. Vas a pagar por esto, te lo prometo.

Daniela

No me digas eso, que no duermo del miedo =(
Nota: Es ironía, por si no lo pillas.

Poché

Soy perfectamente capaz de pillar la ironía, joder. Pero, ya que estamos, igual sí deberías preocuparte un poco...

Daniela

Vamos, Poché... Incluso con lo de la muñeca barbie, lo único que hiciste fue gritar durante un rato.

Poché

Te aseguro que esta vez no voy a gritar. Tú, en cambio...

Daniela

Eres una idiota.

Poché

Descansa, cielo. Te va a hacer falta =)

No respondo. No tengo por qué y, de todos modos, lo único que pretende es molestarme a la hora de dormir y no lo va a conseguir. Me tumbo boca arriba, mirando al techo y carraspeo porque es una imbécil que se piensa que de verdad puede ponerme nerviosa. Solo porque de pequeña le funcionaba. Si quería molestarme de verdad, me contaba algo inquietante a medias y sabía que me costaría muchísimo conciliar el sueño, aunque estuviera muy cansada.

—Menuda idiota —murmuro reacomodándome la almohada.

Le he puesto un poco de pimienta en el chocolate, sí ¿y qué? ¡No es para tanto! Lo que pasa es que siempre le ha gustado mucho exagerar. Ya de pequeña su madre siempre decía que acabaría siendo guionista, escritora o circense. Lo del circo era porque Poché se pasaba los días haciendo piruetas: en los pasillos, en el salón de estar, frente a cualquier huésped que lo viera y le pidiera más. Le encantaban las acrobacias y su madre adoraba verla.

Frunzo el ceño. En realidad, dejó de hacer todo eso desde que el señor y la señora Garzón murieron. Dejó de hacer muchas cosas...

Cierro los ojos. Ahora no es momento de pensar en ello, pero en mi intento por desviar mi propia atención, mi mente me lleva hasta el día que, en efecto, escondí su muñeca Barbie favorita en mi mochila. No sé bien qué pretendía, era muy pequeña y los recuerdos están un poco difusos, pero sé que, cuando Poché se enfadaba, yo sonreía. Es un poco sádico, ¿no? No sé, quizá me gustaba porque sabía que había conseguido captar su atención, aunque fuera para mal. Por lo general, nos llevábamos bien, pero en aquel entonces ella ya tenía nueve años y había veces en las que parecía que no quería jugar conmigo. Le gustaba dárselas de ser más mayor de lo que en realidad era. Siempre quiso crecer deprisa.

Ni ella ni nadie pudo prever que ocurriría algo trágico que sí lo obligaría a crecer de golpe.

Trago saliva, pero noto la garganta cerrada, como siempre que pienso en esa época. Es como si la vida de Poché se dividiera en dos partes: antes de la muerte de sus padres y después.

Antes de ese fatídico día, yo estaba en la vida de Poché de un modo permanente. Y después...

Después todo cambió porque ella así lo quiso y a mí solo me quedó aceptarlo. Porque cuando alguien a quien quieres tanto te echa de su vida sin explicaciones, te queda un dolor tan profundo como las grietas que provocan los terremotos y una aceptación que llega de golpe, cuando ni siquiera estás lista para tomarla.

Suspiro y chasqueo la lengua. Al final, de un modo o de otro, la estúpida de Poché ha conseguido que me cueste conciliar el sueño.

Dios, cuánto la odio.
















Holaaa! Hoy las tías estan de aniversario!
Vamos por una maratón
1/3



Cockiechispitas
Xoxo

Imperfectas Navidades | CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora