POCHÉ.
22 de diciembre
Me levanto más cansada de lo que me acosté y eso que anoche tenía la sensación de que me hubiese pasado un camión por encima. Seguramente tenga que ver con el hecho de que las sábanas huelan a Daniela y me haya pasado la noche palpando mi lado para tocarla. ¿Cómo es posible que la haya echado de menos? Solo hemos dormido juntas una noche. Es enfermizo.
Abro la puerta de mi dormitorio esperando encontrarme a Sebas con resaca en el sofá, o comiendo cereales en la cocina, o haciendo cualquier otra cosa por la que pueda gruñirle, pero no está. Me asomo a su habitación y tampoco lo veo. Miro mi reloj y me doy cuenta de que no voy tarde. O ha madrugado muchísimo, cosa que dudo, o ha dormido fuera de casa, lo que es una mierda, porque justo hoy necesitaba que en el piso hubiera gente.
Me doy una ducha para intentar despejarme y no entrar en los pensamientos en bucle que me asaltan desde que ayer vi el espectáculo de Saks con Daniela y su familia.
Spoiler: no lo consigo.
Recuerdo una y otra vez las veces que mis padres me llevaron y me sorprende que el dolor se sienta tan intenso después de tantos años. Por unos momentos me pregunto hasta cuándo va a doler su pérdida, pero tardo poco en darme cuenta de la realidad: cuando pierdes a los pilares de tu vida, aprendes a vivir sin ellos, pero no sin el dolor que te provoca su ausencia, sobre todo en fechas como estas.
Hay personas que adoran la Navidad y es comprensible, pero también hay personas que aborrecen las fiestas y, cada vez más, pienso que el resto del mundo no entiende a esas personas. A personas como yo, que nos sentamos a una mesa cada Navidad en la que las sillas vacías parecen gritar. Es como si durante todo el año consiguiera tapar el dolor y la ausencia con otro tipo de cosas, sin embargo, cuando llega la Navidad, lo hace en forma de monstruo gigante que me recuerda todo lo que he perdido.
Algo se rompió anoche dentro de mí. Otra vez. La sensación de que no debería estar disfrutando tanto de la Navidad me asalta demasiado y, aunque intento deshacerme de ella, porque sé que mis padres querrían justamente eso, que disfrutara y viviera la vida al máximo, me está costando.
Es como si toda mi vida se hubiera vuelto perfecta justo diez años después de que ellos se murieran. Es... es aterrador y siento como si estuviera siendo una cabrona, aunque una parte racional me diga que no es así y que tengo tanto derecho o más que cualquiera a buscar la felicidad. Hacer cosas que me hagan sentir bien.
Me visto y me marcho al hotel para intentar recuperar un poco de cordura. Entro y, en cuanto veo a Daniela tras el mostrador de recepción, siento que la sudoración, los latidos desbocados y la respiración agitada amainan. Joder, solo mirarla es mejor que el mejor de los mejores remedios.
Rodeo el mostrador frente a la mirada de Lucía, que me enfoca con su teléfono. Sin que me importe lo más mínimo, beso a mi chica en los labios, quizá con más ímpetu del necesario.
—¿Veis? ¿Veis eso? ¡¡¡Os dije que lograría captar un beso!!! Es mi mejor regalo para vosotros, familia virtual. ¡Espero que sepáis agradecerlo dando muchos likes a nuestro contenido!
Ignoro por completo a Lucía y me concentro en Daniela, que me acaricia la mejilla y me mira con una risa un poco extraña.
—¿Estás bien?
—Sí, ¿por?
—No sé. Estás como... acelerada.
—Tenía muchas ganas de llegar y verte.
No es mentira. Ansiaba verla y no tiene por qué saber el resto porque..., bueno, no es que sea importante. Un poco de ansiedad prenavideña no es algo de lo que deba preocuparme de momento. Vuelvo a besar a Daniela y me detengo cuando oigo un carraspeo. Me giro pensando que será un cliente molesto, pero se trata de Germán, que nos mira con el ceño fruncido, aunque sonría.
![](https://img.wattpad.com/cover/358402563-288-k813726.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Imperfectas Navidades | CACHÉ
RomanceDaniela Calle odia la Navidad. Y a María José Garzón. María José odia que Daniela sea tan testaruda, orgullosa y rencorosa. Y también odia que ella se empeñe en hacerle la vida difícil sin importarle que sea su jefa. Nora y Carlos, abuelos de María...