DANIELA.
3 de diciembre
Llego al trabajo cansada después de una noche intensa, y no para bien. Mi hermana Antonia, la pequeña, se despertó con pesadillas y se coló en mi cama, lo que hizo que Juliana se despertara y también viniera con nosotras. Adoro a mis hermanas, pero las noches que deciden dormir conmigo son un suplicio porque, por más que lo intento, no consigo descansar teniendo tantos brazos y piernas moviéndose de un modo constante. Sería más sencillo si se quedaran quietas, o si yo misma no necesitara moverme varias veces a lo largo de la noche.
Me he levantado con dolor de cuello, sueño y mal humor, aunque esto último es una extensión de mi personalidad en los últimos días. No ayuda en nada que, al llegar al hotel, me encuentre con Lucía sentada ya en la recepción, en pleno directo y charlando como si se hubiese levantado entre sábanas de seda y rosas. ¿Cómo puede estar tan guapa tan temprano? Yo apenas he atinado a ponerme un poco de rímel y pasarme el cepillo por el pelo. El flequillo que me corté hace unos meses en un impulso y por mi cuenta ha decidido, un día más, no quedarse en su sitio, así que es como si me hubiera puesto rulos por la noche y cada mechón fuera en una dirección. Solo quiero tomarme una aspirina para el dolor de cabeza y dormir cinco o seis horas. ¿Es tanto pedir?
—¡Aquí está mi compi! —Lucía da la vuelta al teléfono con tanta rapidez que no consigo apartarme a tiempo—. Y viene tan resplandeciente y sonriente como siempre.
—Que te jodan, Lu.
Mi compañera suelta una risa que dejo atrás mientras voy hacia la cocina. Andrea entraba hoy un poquito antes que yo, como suele ocurrir. Cuando me sonríe y me señala la cafetera, ya prendida y con el glorioso café preparado, la abrazo con rapidez.
—Juliana y Antonia se mudaron de madrugada, ¿no? Las oí corretear por el pasillo.
—Mmm... Tus hijas son adorables, pero muy mala compañía para dormir.
Se ríe y carraspea de un modo que me hace achicar los ojos.
—Son una bendición, ¿no es verdad? Me alegra tanto que las quieras de ese modo.
—¿De qué otro modo podría quererlas? Son mis hermanas. —Ella se emociona y yo frunzo el ceño—. Eh, Andrea, ¿qué ocurre?
—Ay, regalito, hay algo que deberías saber.
Ignoro el apelativo cariñoso y pongo todo mi esfuerzo en no poner mala cara, porque de verdad parece agobiada. Ahora que me fijo, sus ojeras deben ser más profundas que las mías. No parece que sea algo de una sola noche. Es como si llevara días sin dormir bien y no entiendo cómo no me he dado cuenta antes. De inmediato, pienso que he estado tan ocupada pensando en lo mucho que odiaba toda esta pantomima de la Navidad que no he prestado atención a lo realmente importante.
—¿Estás enferma? —pregunto asustada—. ¿Es grave?
—No me estoy muriendo —confirma de inmediato, haciendo que el alivio recorra mi sistema nervioso—. No es eso, pero es que... es que...
—Suéltalo, Andrea, me estás poniendo de los nervios.
—Estoy embarazada. —Por un momento es como si no entendiera lo que dice. Como si las palabras no consiguieran atravesar mi cerebro para hacerme comprender el significado—. No sé cómo ha pasado. Estábamos bien así, tu padre y yo no pensábamos tener más porque es sacrificado y cansado, y... y no sé cómo ha pasado —repite.
—A ver, yo tengo una idea del cómo, aunque no me guste pensar en ello. —Andrea se tapa la cara con las dos manos y parece tan agobiada que la llevo hasta un taburete y hago que se siente—. Bueno, no te preocupes. Has pensado en todas las opciones, ¿no? Quiero decir, si no quieres tenerlo...
![](https://img.wattpad.com/cover/358402563-288-k813726.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Imperfectas Navidades | CACHÉ
RomanceDaniela Calle odia la Navidad. Y a María José Garzón. María José odia que Daniela sea tan testaruda, orgullosa y rencorosa. Y también odia que ella se empeñe en hacerle la vida difícil sin importarle que sea su jefa. Nora y Carlos, abuelos de María...