Chapter 13

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Echoes of Applause, Haunted by Nightmares

Echoes of Applause, Haunted by Nightmares

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— No quiero levantamientos

— No los tendrá, puede ver afuera... todos están bien, felices y agradecidos, nada más.

— Eso espero señorita

Cuelgo la llamada, suplicado por paz, porque escuchen lo que dije y esto quede así. Pero Effie y Haymitch se acercan, él asiente y puedo respirar, no hubo cortes en la transmisión, ni ruido afuera, lo que es una gran señal.

Subimos por una magnífica escalera curva de mármol. En la parte de arriba hay un largo pasillo con una alfombra desgastada y unas puertas dobles abiertas dando paso a una sala con el techo de unos seis metros de altura, con molduras de frutas y flores, además de gorditos niños con alas que nos miran desde cada esquina. Mi ropa de noche está colgada en unos percheros de pared. Me han preparado la habitación, aunque apenas nos paramos para soltar los regalos. Después, Haymitch me pide que lo siga.

Por lo que sé, sólo ha estado aquí una vez, en su Gira de la Victoria de hace décadas, pero debe de tener una memoria extraordinaria o unos instintos infalibles, porque me conduce por un laberinto de escaleras de caracol y pasillos cada vez más estrechos. A veces se detiene para forzar una puerta y las bisagras suenan. Al final subimos por una escalera a una trampilla, nos encontramos en la bóveda del edificio. Es un lugar enorme lleno de muebles rotos, pilas de libros, cuadernos, y armas oxidadas. La capa de polvo que lo cubre todo es tan gruesa. La luz lucha por filtrarse a través de cuatro ventanas asquerosas abiertas en los laterales de la cúpula. Haymitch cierra la trampilla de una patada y se vuelve hacia mi.

—¿Qué ha pasado? — le cuento lo ocurrido

— Lo hiciste bien, les recordaste que ahora estás bajo el control de Capitolio, cómo todos ellos, diste un mensaje de paz y solo te faltó suplicar porque no hagan nada, tampoco hemos escuchado nada raro. Calmaste las cosas. Seguirás con tu discurso de paz en todos los distritos y con tus outfits ellos pensaran lo que el Capitolio quiere, que eres una de ellos. Así evitarás muertes y castigos.

Asiento, sé que lo estoy haciendo bien, pero aún tengo miedo. Miedo de lo que está por venir. De todo lo que tengo que hacer...

— No hay forma de evitar volver al Capitolio? Me refiero como mentora y así. ¿No puedes ir solo tú?

Me mira con preocupación.
— ¿Hay algo que no sepa cielito?

— No, claro que no. Todo está bien... son los nervios

— Lo harás bien, hay decisiones difíciles de tomar y que estás obligada, pero aprenderás. Y no todo es tan malo, no estás sola.

— Gracias.

Volvimos a mi habitación, con mucho que pensar, y odio reconocer, que El presidente Snow tiene razón: una chispa basta para que todo ardiera. Porque no se parece en nada al Distrito 12. Nuestra alambrada no tiene vigilancia y casi nunca la electrifican; nuestros agentes de la paz no son bien recibidos, pero tampoco resultan brutales; nuestras penurias provocan más fatiga que furia. Aquí, en el 11, sufren más y están más desesperados. Pero creo haberlo manejado bien. Si en la siguiente estación soy recibida con comité y no con guardas es buena señal.

Panems QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora