Chapter 44

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Tejer Alianzas

Ameera

— Necesito que Peeta vuelva Ameera — la voz de Ethan se quiebra al pronunciar las palabras.

— Ethan yo...

— Imagina que soy yo, por favor!! Hubiera sido yo si Henry no me hubiera detenido — su voz suena rota, y puedo ver el dolor en su rostro.

— Y hubieras echado todo mi trabajo a la basura. — digo tratando de que reaccione — Tu lugar es con mamá no en esa arena

— Lo siento hermanita... yo no quería... Es solo que... es mi mejor amigo, es como mi hermano, y está aterrado, por favor... Te lo pido, tienes los contactos, los medios, haz que gane, te lo pido hermana

— Haré mi mayor esfuerzo

— Gracias — me abraza con fuerza, y en su abrazo siento cuánto ha crecido, aunque para mí aún es el niño que dormía conmigo en noches de tormenta.

La estación está a rebosar de periodistas, nada raro, quieren una exclusiva, y esperan que se las de, o alguno de mis tributos. Pero Katniss parece casi aburrida, tiene un excelente control de sus emociones. Pero Peeta, ha llorado, pero no intenta esconderlo, y sonrio, porque puede ser una buena estrategia, parecer débil y asustado, como Johanna y ella ganó.

Los reporteros me preguntan sobre los preparativos, sobre Finnick, sobre mis tributos, etc. Trato de darles lo que quieren, sin revelar mucho y atrapar su atención hacia mis tributos.

Todo lo que ha pasado me tiene abrumada, así que ni bien puedo me dirijo a un avox para pedir una botella de vino, normalmente Effie me estaría matando con la mirada, pero esta emocionada

— 320 km por hora y no se siente nada. Es una de las mejores cosas de esta oportunidad, que aunque están aquí a pesa de que sea por un instante los dos pueden disfrutar de esta oportunidad.

Effie deja a los tributos retirarse a sus habitaciones, y yo voy a buscar a Haymitch. Es probable que, como siempre, esté en el bar.

— Tengo que hacer que el chico vuelva... se lo prometí a mi hermano.

— No deberías hacer promesas que no puedes cumplir — responde Haymitch, su voz rasposa y cargada de escepticismo.

— Pero podemos hacerlo. Tú y yo volvimos.

— Somos la excepción no la regla y ellos son la regla, miralos

— Nosotros somos la excepción, Ameera, no la regla.
Ellos son la regla. Míralos

— Haymitch, por favor...

— Solo quiero estar solo, Ameera — su tono es un muro, frío y tajante.

— Haymitch, quedamos en algo sobre tomar tanto — digo al ver que lleva su tercer trago en el poco tiempo que estoy aquí

— ¿Irónico, viniendo de alguien con media botella de vino vacía? — replica, su sonrisa cínica y amarga.

— Se controlarme. Tú no

— No quiero controlarme, ni me interesa sentir nada — dice, sus ojos apagados. — Ahora, déjame solo.

— Haymitch por favor, dejame pedirte un cafe

— ¡Dije que me dejes solo! — gruñe, y como la primera vez, un vaso de whisky vuela en mi dirección. Me aparto con sutileza, y el vaso se estrella contra la pared detrás de mí.

— ¡Ay, que pena, Haymitch! fallaste! — le digo con sarcasmo y tomo toda mi copa de vino antes de servirme más.

Él niega y me pide con la mirada que me vaya, a lo que accedo, pero solo para hablar con Peeta

Panems QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora