Extra

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ADVERTENCIA: El contenido toca temas sexuales. Por lo que de ser susceptibles a estos temas, pueden saltarse este capítulo.

FINNICK:

Perfecta, sé que odia esa palabra, pero no hay mejor palabra para describirla, es tan inteligente como hermosa, dulce y amable.

Pensé mucho en lo que me dijo, es una niña y no quiero que pase por el mismo infierno por el que yo estoy pasando... Durante el verano, logro que se olvide de todo lo que está por venir, es buena en el Surf, haciendo anzuelos, con el tridente, le encanta los desayunos con Mags, y aunque no lo admita le gusta que yo cocine. Dormir con ella es relajante, sus hábitos alimenticios han mejorado considerablemente y cada vez luce más hermosa si eso es posible. 

Es una diosa en cuerpo de mujer, con una confianza en sí misma que la hace brillar más, si eso es posible. Cambió tanto en unos meses. No puedo negar que es de las mujeres más hermosas que jamás he visto y merece lo mejor, en la noche tiene que volver al distrito o no llegará a tiempo para la cosecha, así que preparo con ayuda de Mags una cena de despedida en la playa. Verla sonreír, escuchar su risa la vuelve más hermosa que nunca. Caminamos en silencio de regreso a nuestro hogar.

— Finnick la cena estuvo magnífico, de verdad gracias por todo.

— Estoy feliz de tenerte aquí Ameera.

— Este lugar es maravilloso, quisiera quedarme aquí siempre

— Puedes venir siempre que quieras

— Gracias...

— Ameera...

— Si?

— Sobre lo que dijiste... de tu primera vez... ¿Estás segura?

— Si — se sonroja y baja la mirada, me acerco más a ella, tocando su mentón para poder ver esos magníficos ojos azules que contienen una tormenta dentro. La beso con dulzura, y se tarda un rato en responder, pero con una mano acaricia mi cabello.

Le tomo la mano y la llevo por el pasillo hasta el dormitorio principal

— Me encanta este vestido. Pero si no me dices cómo quitártelo en los próximos treinta segundos, lo haré pedazos. — La sorpresa la hace reír.

—Cierre en la espalda. Por favor, no cortes mi vestido — La hago girar para que se ponga frente a la cómoda que hay frente a la cama. De cara a un espejo. Quiero ver a la mujer que se refleja en el, con las mejillas sonrojadas por mi.

Me permito detallarla, es jodidamente hermosa, paso los dedos por su cabello blanco, es una cualidad poco común y que la hace más especial todavía, lo aparto hacia atrás. Se queda sin aliento cuando le paso el pulgar por el hombro, y se estremece un poco, continuando mi camino por su brazo, hasta su muñeca. Su piel es tan jodidamente suave que quiero seguir el camino con mi boca. Acaricio sus pechos, casi gimiendo por la forma en que llenan mis palmas. Sus pezones son de un bonito color rosa oscuro y no puedo negármelo por más tiempo. Me inclino y atrapo uno con la boca. Gime y luego sus manos están en mi cabello. No sé si Ameera alguna vez me lo vaya a decir, pero sé que le gusta mi cabello. Paso a su otro pezón, jugando con él hasta que se estremece en mis brazos y se arquea para recibir mi boca. Ameera sabe a un maldito sueño. También huele a rosas. Aprieto la nariz contra su piel e inhalo. La guio para que dé el último paso hacia la cama y la guío hacia abajo sobre su espalda. Despacio. Quiero que su primera vez sea especial, por eso me arrodillo junto a la cama. Ameera emite un sonido de sorpresa, pero lo ignoro y me concentro en bajarle las bragas. Sus muslos tiemblan, como si no estuviera segura de sí quiere cerrarlos o abrirlos de par en par. No importa. Puedo verla perfectamente así, con su coño brillando en una invitación que no tengo intención de rechazar.

Me inclino y arrastro la parte plana de mi lengua por su coño. Ella gime. Sabe aún mejor aquí que en cualquier otra parte. Deslizo mis manos por sus piernas y agarro sus muslos, abriéndolos más. Más. Necesito mucho más... Se entrega a mí. Confiando en que la haré sentir bien. Es una sensación embriagadora tener toda Ameera a mi disposición. La observo atentamente mientras la trabajo con mi lengua, explorándola lentamente mientras descubro lo que le gusta. No se calla lo que le gusta, lo que es un placer descubrir. No tiene ningún problema en tirarme del cabello para guiarme hacia su clítoris ni en gemir cuando le doy una lenta lamida vertical. Sigo haciéndolo, llevándola a un orgasmo que la hace temblar. Mantengo la mirada en su cuerpo enrojecido mientras desciendo para dar ligeros besos y mordiscos de amor en el interior de sus muslos. Vuelvo a subir por sus muslos, intensificando mis caricias, y luego levanto la cabeza para poder separar su coño con los dedos. Está tan mojada y la deseo tanto que mi polla está dolorosamente dura, y no me avergüenza tener una pequeña mancha húmeda en la parte delantera de mis pantalones por líquido pre-seminal. Esta mujer toca todos mis botones. Me lamo los labios, saboreándola, y le meto dos dedos en el coño. Ella jadea y arquea la espalda, y yo casi llego al orgasmo en el acto por la forma en que se aprieta a mi alrededor. Y luego no importa, porque vuelve a correrse, ordeñando mis dedos de una forma que mataría por tenerla ordeñando mi polla. Pronto.

Recorro con mis manos sus piernas. Tenerla desnuda y extendida ante mí es tan embriagador. Es lo jodidamente sexy que es, sí, pero no dejo de pensar en la confianza que está depositando en mí.

—Finnick — Mierda. Grita mi nombre mientras llega al orgasmo. No debería sentirlo tan profundamente, pero es innegable la oleada de posesividad que acalla todos los pensamientos de mi cabeza, excepto la necesidad de entrar en ella y hacerlo ya.

Me mira con los ojos nublados por el placer, su deseo se agudiza cuando me quito los pantalones y tomo un condón del cajón de la mesilla. Vuelvo a arrastrarme por la cama y reanudo mi posición entre sus muslos.

—Déjame tenerte, Ameera. —Las palabras son incorrectas; significan demasiado, revelan demasiado.

—No quiero esperar más.

Abro el condón y lo hago rodar por mi longitud. Despacio, muy despacio, me coloco sobre ella y guío mi polla hasta su entrada. Levanta las caderas, dándome la bienvenida, mientras intento recordar por qué tengo que abrirme paso con cuidado. A la mierda todo. Me abro paso dentro de ella con caricias cortas e implacables. Mi respiración es tan agitada como la suya. Creo que estoy gimiendo, pero no puedo asegurarlo por el ruido de mis oídos cuando finalmente, por fin, me hundo en ella hasta el fondo. Se siente aún mejor de lo que podría haber soñado. Como si estuviera hecha para mí. No puedo evitar empujar un poco, observando su cara mientras lo hago. Se muerde el labio inferior. Una clara invitación si alguna vez he visto una. Estoy encantado de aceptarla, bajando y reclamando su boca del mismo modo que reclamo su cuerpo. Tengo toda la intención de ir despacio, pero ella me clava las uñas en mi espalda, incitándome. Deslizo los brazos por debajo de ella para agarrarle los hombros y hacer más palanca, y me la follo de forma intensa y prolongada. Ya he llegado demasiado lejos. No puedo parar, no puedo ir más despacio. Aunque quisiera, ella me empuja con una ferocidad que pone en primer plano mi propia ferocidad.

—Te sientes tan jodidamente bien, Ameera. —Empujo con fuerza, amando la forma en que gime en respuesta—. Todo apretada y húmeda y hecha solo para mí.

—Finnick. —Jadea y gime y sigue tratando de incitarme—. Más. Más fuerte. Renuncio a hacer cualquier cosa que no sea exactamente lo que me pide. Me la follo con la suficiente fuerza como para que el golpeteo de carne contra carne llene la habitación, salpicado de palabras que no puedo retener.

—Una vez más, preciosa. Quiero sentir cómo te corres alrededor de mi polla. Se siente bien, ¿verdad?

—Tan bien —gime y entonces sus uñas están en mi espalda, arañándome tan fuerte que mañana llevaré sus marcas. Una feroz satisfacción me azota. Pase lo que pase, mañana no podremos fingir que todo esto ha sido un sueño. Estamos demasiado anclados en la realidad. Ajusto mi ángulo, trabajando para darle a su clítoris la fricción que necesita para llegar allí antes que yo. Me ayuda con mucho gusto, apoyando los talones en el colchón para apretarse contra mi pelvis.

—Finnick, por favor. Por favor, por favor, por favor. 

—Te tengo. —Arrastro mi boca sobre su hombro—. No voy a parar. No me detengo. Mantengo ese ángulo cuidadoso, ese movimiento intenso, hasta que se deshace a mi alrededor. Se siente demasiado bien. Se aprieta alrededor de mi polla, y es demasiado tarde. Me introduzco en ella mientras me corro, llenando el condón.

Panems QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora