Lazos de Fuego
Finnick:
Estábamos en la mansión Dovecote cuando la puerta se abrió de golpe, revelando la figura imponente del padre de Alexander, acompañado de Cecilia, una de nuestras vencedoras. Ameera y yo intercambiamos miradas preocupadas, por lo que le podría hacer a Cecilia. Alexander, por su parte, solo mostró enojo hacia su padre.
— ¿Qué haces aquí? ¿Y con ella? — reclamó Alexander con voz firme, su rostro mostrando desprecio.
El padre de Alexander habló con voz arrastrada por el alcohol, desafiante y descontrolada.
— ¿Quién te crees que eres? — su tono era desafiante, pero sus palabras apenas eran comprensibles.
La tensión en la habitación era palpable mientras observábamos la confrontación entre padre e hijo. Alexander, sin inmutarse, recordó su posición, tenía que reconocer que había momentos dónde me caí bien.
— Soy el dueño de todo esto. Tú y madre son tan poco confiables que la abuela consideró que solo yo podía manejar mi fortuna.
— Yo te di vida...
— Y eso es importante por qué? Lo único que compartimos es un apellido — Intentó acercarse a Alexander, pero los agentes de la paz intervinieron rápidamente, conteniéndolo.
— Llévenlo a su habitación y que no salga — ordenó Alexander con voz llena de desprecio a su padre mientras sus hombres cumplían su mandato. Pero antes de que pudieran llevárselo, el padre de Dovecote tomó a Cecilia y la condujo hacia su habitación. La impotencia y el dolor me invadieron mientras veía cómo Cecilia era arrastrada junto con el padre de Alexander.
— Puedes ayudar a Cecilia — pidió Ameera preocupada
— Estará bien, mi padre está tan ebrio que en cuanto toque la cama se dormirá — Observé a Ameera con preocupación, sabiendo lo que pensaba y compartía mi sentimiento de compasión hacia las vencedoras que habían caído en las garras de ese hombre. Cashmere nos había revelado demasiado sobre él, y no era ningún secreto que era un ser despreciable, igual o peor que Julus Snow. — ¿Por qué te preocupa ella? Lleva varios años con mi padre, ella y otras vencedoras más — su pregunta resonó en el aire, y supe que Ameera estaba luchando con sentimientos encontrados, al igual que yo.
— Voy a volver a mi distrito en las vacaciones— anunció Ameera con voz firme, y su declaración fue como un golpeó para Alexander
— Tu lugar ya no está ahí. Vamos, tú puedes decidir quedarte — le rogó, sabiendo que Ameera era más querida aquí, y que Snow estaría encantado de que ella se quede
— El distrito siempre ha sido mi hogar — su voz resonó con nostalgia y anhelo
— Por favor, A. Acéptalo. Lo quieras o no, eres una de nosotros. Estás en la academia, irás a la universidad, y el presidente está construyendo un edificio con tu nombre — intentó convencerla
— No me compares. Jamás seremos iguales — su respuesta fue firme, y su mirada reflejaba dolor. — Creeme, quisiera haber nacido y crecido en el capitolio, todo hubiera sido más fácil. Pero yo tuve que pelear para sobrevivir, tuve que matar, y ver a mi aliada sacrificarse para que yo viva, vi a mis aliados morir, sin poder salvarlos — su voz temblaba con la carga de sus recuerdos, y su dolor era palpable en cada palabra. Ameera había pagado un precio alto por su supervivencia, un precio que el Capitolio nunca podría compensar.
— El Capitolio podrá haberme dado muchas cosas, más que a cualquier tributo, pero he pagado con sangre cada una de las cosas que me ha dado — su confesión resonó en el aire.

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Panems Queen
Hayran KurguJoven, Hermosa e Inteligente La Vencedora Perfecta... La favorita del capitolio... Ameera había sido bendecida con regalo que nadie más tuvo... al menos eso creían los Distritos... No era nada más que la marioneta perfecta, con mucho que perder y d...