Ameera:
Es Ameera Adar.
El impacto me dejó sin una chispa de aire en los pulmones, lucho por respirar, aunque ahora no recuerdo cómo, no puedo hablar y estoy completamente aturdida, mientras el nombre me rebota en las paredes del cráneo.
Tiene que haber un error, esto no puede estar pasando. ¡Mi nombre sólo tenía dos boletos entre miles! Mis posibilidades de salir elegida eran tan remotas que siento como un balde de agua fría, me dice que no soy invencible.
En algún punto lejano, oigo a la multitud murmurar con tristeza y asombro, como hace siempre que sale elegido un chico de doce o trece años, a nadie le parece justo pero esta vez es diferente, soy la hija de la alcaldesa, de la zona comercial, esto era imposible. Pero no quiero ese sentimiento, mi madre me enseñó a no mostrarme débil y menos ante el capitolio, ahí se comen a los débiles y no les iba a dejar tan fácil acabar conmigo. Tomo aire y camino al frente con la expresión más neutral posible y le añado un toque de superioridad, desde ahora ya empiezan los juegos para mi. Al llegar hago una reverencia ante todos y en especial ante el Capitolio, es exagerada, pero me ayuda a saber lo que haré después. Mi madre toma mi mano, recordándome que no es solo un mal sueño... también besa mi frente, que en su idioma es un resiste tu puedes. Mientras mi hermano se levanta de su silla y me abraza.
--¡Perfecto, linda! --exclama Effie Trinket — ¡ bravo! ¡Éste es el espíritu de los Juegos! ¡Vamos a darle un gran aplauso a nuestro tributo! --canturrea Effie Trinket.
La gente del Distrito 12 siempre podrá sentirse orgullosa de su reacción: nadie aplaude, ni siquiera los que llevan las papeletas de las apuestas, a los que ya no les importa nada. Seguramente es porque me conocen y creo que nadie se esperaba esto y expresan su desacuerdo de la forma más valiente que saben: el silencio. Un silencio que significa que no estamos de acuerdo, que no lo aprobamos, que todo esto está mal.
Entonces pasa algo inesperado; al menos, yo no lo espero, porque no creo que el Distrito 12 sea un lugar que se preocupe por mí. Sin embargo, algo cambió desde que subí al escenario, y ahora parece que me he convertido en alguien amado. Primero fue mi amigo, luego Emma, después otras personas y, al final, casi todos los que se encuentran en la multitud se llevan los tres dedos centrales de la mano izquierda a los labios y después me señalan con ellos. Es un gesto antiguo (y rara vez usado) de nuestro distrito que a veces se ve en los funerales; es un gesto de dar gracias, de admiración, de despedida a un ser querido, y yo repito la acción, mirando a mis amigos.
La tristeza me invade, pero, por suerte, Haymitch escoge este preciso momento para acercarse dando traspiés por el escenario y felicitarme.
--¡Miradla, miradla bien! --brama, pasándome un brazo sobre los hombros. Tiene una fuerza sorprendente para estar tan hecho pedazos--. ¡Me gusta! --El aliento le huele a licor y hace bastante tiempo que no se baña--. Mucho... --No le sale la palabra durante un rato--. ¡Coraje! --exclama, triunfal--. ¡Más que vosotros! --Me suelta y se dirige a la parte delantera del escenario--. ¡Más que vosotros! --grita, señalando directamente a la cámara.
Muy arriesgado, porque creo que se está metiendo con el Capitolio. Haymitch iba a seguir, pero se cae del escenario y pierde la conciencia.
Miro hacia adelante. Veo las colinas, me imagino el lago y, por un momento, añoro algo... diferente... La idea de matar para sobrevivir... sé que me entrenaron, talvez no seré la mejor, pero... no lo creo... solo... necesito que sea un sueño...
A Haymitch se lo llevan en una camilla y Effie Trinket intenta volver a poner el espectáculo en marcha.
— ¡Qué día tan emocionante! –-exclama, mientras manosea su peluca para ponerla en su sitio, ya que se ha torcido notablemente hacia la derecha--. ¡Pero todavía queda más emoción! ¡Ha llegado el momento de elegir a nuestro tributo masculino! --Con la clara intención de contener la precaria situación de su pelo, avanza hacia la bola de los chicos con una mano en la cabeza; después coge la primera papeleta que se encuentra, vuelve rápidamente al podio y solo pido que no sea Henry, esa sería mi sentencia de muerte y aún no estoy lista.

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Panems Queen
FanfictionJoven, Hermosa e Inteligente La Vencedora Perfecta... La favorita del capitolio... Ameera había sido bendecida con regalo que nadie más tuvo... al menos eso creían los Distritos... No era nada más que la marioneta perfecta, con mucho que perder y d...