Chapter 33

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Danza de amor

Finnick:

Despertar con ella a mi lado es una fantasía hecha realidad, y saber que solo yo puedo contemplarla así, me vuelve loco. Está cubierta por los pliegues de la sábana, permitiéndome ver sus curvas, su espalda, sus glúteos y sus piernas. Dios, es una obra de arte, una Diosa en cuerpo de mujer. Cada curva, cada línea de su cuerpo es perfecta, y no puedo evitar sentir un amor profundo y un deseo abrumador por ella. Es como si el mundo se detuviera en este momento, solo para permitirme apreciar su belleza. 

Quería acercarme a ella y despertarla con besos, pero prefería que descansara; no siempre puede hacerlo, y quiero que esté bien. Mientras ella duerme, me dedico a planear cómo podemos estar juntos sin que las presiones externas nos afecten. Quiero que cada momento a su lado sea perfecto y libre de preocupaciones.

Cuando llega el mediodía, no puedo resistir más. Me acerco a ella y la despierto suavemente con besos, comenzando por su frente y descendiendo lentamente hasta sus labios. Ameera se revuelve en la cama, sonriendo mientras sus ojos se abren lentamente.

— Buenos días, bella durmiente —murmuré contra su piel, mi voz cargada de amor.

Ella se estiró perezosamente, su sonrisa iluminando toda la habitación.— Buenos días —respondió, susurrando—. No hay mejor manera de despertar.La abracé con fuerza, sintiendo su calidez y disfrutando del momento de calma y felicidad juntos.

— Amor...

— Me gusta cuando tú lo dices — murmura feliz, con una sonrisa adormilada.

— Amor...  tenemos un baila esta noche, tus estilistas y Eyva no tardan en llegar...

— Y nadie puede saber verdad? En especial porque Alexander es mi novio

— Ya no, él dijo que hablaría con Snow y su abuela

— Lo dices enserio? — Sus ojos brillaron con emoción, asentí y ella me besó feliz, su sonrisa iluminaba la habitación tanto como la luz matutina que se filtraba por la ventana.

— Lo dices enserio? — Sus ojos brillaron con emoción, asentí y ella me besó feliz, su sonrisa iluminaba la habitación tanto como la luz matutina que se filtraba por la ventana

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Tenerla desnuda frente a mí era una visión que me llenaba de deseo, haciendo que mi miembro se endureciera con anticipación. Sin poder resistirme, mis manos comenzaron a recorrer su suave piel, explorando cada curva, cada línea con una devoción casi reverencial. Cada roce era como una caricia, como si estuviera descubriendo su cuerpo por primera vez. Cuando llegué a sus glúteos, los apreté con firmeza, disfrutando de la manera en que respondía, sintiendo cómo se arqueaba ligeramente bajo mi toque.

Despacio, la acomodé sobre la cama. Mis labios encontraron su piel, repartiendo besos hambrientos por todo su cuerpo. Comencé por sus labios, besándolos con una pasión desenfrenada que dejaba claro cuánto la deseaba. Lentamente, mis besos descendieron por su cuello, su clavícula, hasta llegar a sus senos.

Allí me detuve, succionando y mordiendo sus pechos, jugueteando con un pezón y luego con el otro, pasando de uno a otro hasta que la tuve gimiendo y arqueándose, ofreciéndose a mí. Bajé un poco más, lamiendo y mordisqueando las curvas de su pecho hasta llegar a su abdomen. Cada gemido que escapaba de sus labios alimentaba mi propio deseo, cada movimiento de su cuerpo me incitaba a explorarla más. Mis manos, buscaban memorizar cada centímetro de su ser.

Panems QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora