Panems Queen

Chapter 8

Ameera:

The winner

Ameera...

Ameera...

Ameera...

Abro los ojos con dificultad

— ¿Es el paraíso? — Cami se ríe

— Bienvenida al mundo de los vivos Ameera — y me da un golpe en el brazo. — Si vuelves a darme un susto así te juro que yo  misma te mato

La abrazó con fuerza

— ¿Cuánto llevo así?

— Un día creo, me levanté en la mañana, dormí mucho... perdón, y en la entrada de la cueva había tres paracaídas. Dos tuyos creo y uno mío

El tuyo tenía una inyección, la apliqué rápidamente, pero no despertabas. Las heridas están casi cerradas, pero dejarán marca

La mía tenía comida, una pastilla y agua.

Pero.... — me entregó el segundo paracaídas cerrado, al abrirlo encuentro una pequeña barra de pan, no del elegante pan blanco del Capitolio, sino hecho con las raciones de cereal oscuro, con forma de media luna y cubierto de semillas, es del Distrito 11. Lo sostengo con cuidado. ¿Cuánto debe de haberle costado a la gente del Distrito 11, que ni siquiera tiene con qué alimentarse? ¿Cuántas personas tendrán que pasar hambre por haber dado una moneda para la colecta en la que se ha comprado este pan? Seguro que pensaban dárselo a Luca, pero, en vez de retirar el regalo con su muerte, le han dado autorización a Haymitch para dármelo a mí. ¿Por qué a nosotras? ¿A mí? No lo merezco, Luca murió y es mi culpa, al igual que Adrian. Es la primera vez que ocurre: nunca antes un distrito le ha dado un regalo a un tributo que no le pertenece. Las lágrimas corren por mi rostro, le entregó a Camille el pan, lo divide en dos y como la otra vez, me obliga a comer, aunque sigue siendo discreta al obligarme.

También llegó estas notas con el paracaídas

Esas pastillas no te sirven si no puedes tomarla Ameera, espero que la inyección te sirvan, perdón la demora.
No falta mucho. Resiste
H

— Gracias Haymitch y gracias por cuidarme Camille

— Como tu lo haces conmigo — Me pasó su nota.

Resiste Cami, y piensa bien lo que vas a hacer por favor.

Por cierto dile a Ameera:
Gracias por cuidar de Camille, pero no pensé que las Diosas se rendían tan fácil

— idiota — lo digo en un susurro imperceptible

— No sabía que se conocían — me susurró Camille para que nadie nos escuche

— Somos amigos

— si, claro. "Amigo". Coincidencia que los dos llegaron tarde el mismo día de las sesiones individuales

— Una coincidencia

— Busca a otra que te crea tus coincidencias — Le di un ligero golpe en el hombro y sonreí. Pero los recuerdos de la Arena me invadieron. — ¿Sabes quiénes quedan vivos??

— No, no vi la cuenta

— Bueno, supongamos que... los... — no puedo pronunciar palabra sin que se forme un nudo en mi garganta —  quedan como 4?

— Será mejor movernos, no falta mucho para que a los vigilantes se les ocurra algo que nos mueva o mate, y con esta nieve solo se me ocurre una avalancha