Chapter 3

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Ameera:

¿Nuevo amigo?

 — No sabía que las diosas hablarán con los animales. — me doy la vuelta para ver a un chico alto, musculoso y atlético, con piel bronceada, cabello de color bronce, e increíbles ojos de color verde mar

— Tu deberías saberlo...¿ No? Después de todo no luces nada mal... — se ríe ante mi comentario, llevaba una camisa blanca y un pantalón de tela negro.

— Tienes razón soy lo más cercano a un Dios aquí. - sonrío
- Pero ... no soy el único

— Gracias? Creo que se dice?

— No te hacen cumplidos muy seguidos?

— No tiendo a dar gracias por ellos — sonríe ligeramente y niega la cabeza

— Finnick Odair

— Lo sé, un placer

— ¿No me dirás tu nombre?

— No sería divertido

— Todos los tributos tomar posiciones. - se escucha por los altavoces 

— Adios Finnick — y le guiño el ojo

—Adiós diosa del misterio - sonrío ante el comentario

Eyva me hace una señal de asentimiento, cuando me coloco en mi lugar. Marcus está acomodado y sonríe al verme

- ya te habías tardado

- perdón- debe estar tan nervioso como yo. - Listo? - Él asintió

Empieza la música de apertura. No cuesta oírla, la ponen a todo volumen por las avenidas del Capitolio. Unas puertas correderas enormes se abren a las calles llenas de gente. El desfile dura unos veinte minutos y termina en el Círculo de la Ciudad, donde nos recibirán, tocarán el himno y nos escoltarán hasta el Centro de Entrenamiento, que será nuestro hogar/prisión hasta que empiecen los juegos.

Los tributos del Distrito 1 van en un carro tirado por caballos blancos como la nieve. Están muy guapos, rociados de pintura plateada y vestidos con elegantes túnicas cubiertas de piedras preciosas; el Distrito 1 fabrica artículos de lujo para el Capitolio. Oímos el rugido del público; siempre son los favoritos.

El Distrito 2 se coloca detrás de ellos. En pocos minutos nos encontramos acercándonos a la puerta y veo que, entre el cielo nublado y que empieza a anochecer, la luz se ha vuelto gris. Los tributos del Distrito 11 acaban de salir cuando Eyva aparece

- Recuerda, la cabeza alta. Sonríe, sabes lo que tienes que hacer. ¡Te van a adorar!

El carro avanza, Marcus toma mi mano y la ciudad aparece

La alarma inicial de la muchedumbre al vernos aparecer se transforma rápidamente en vítores y gritos de «¡Distrito 12!».

Es ahora o nunca, tomo aire y voy a subir al filo del carro, Marcus me ayuda a impulsar y susurró un gracias. Sin tener tiempo a pensar lo que hago, bajo y llego al lomo.

Todos se vuelven para mirarme, apartando su atención de los otros tres carros que tenemos delante. Sonrío y mando besos, antes de acomodarme en el caballo y tranquilizarlo. Me veo en una enorme pantalla de televisión y mi aspecto me deja sin aliento. Con la escasa luz del crepúsculo, mi piel brilla, como si magia fluyera de mis venas o fuera como dijo Eyva una diosa, me aterra pensar que represento a la diosa de la muerte.

La gente del Capitolio se ha vuelto loca, nos baña en flores, grita nuestros nombres, mi nombre, se han molestado en buscarlos en el programa.

La música alta, los vítores y la admiración me corren por las venas, y no puedo evitar emocionarme. Eyva me ha dado una gran ventaja, nadie me olvidará. Ni mi aspecto, ni mi nombre: Ameera, una reina amazona y una diosa.

Panems QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora