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RYAN
Ha pasado una semana desde que Sarah y Julie aceptaron conocerse, y hoy ha llegado el día.
Después de ayudar a mi tío con algunos arreglos que había que hacerle a la casa, me visto con unos vaqueros y una camiseta blanca, listo para ir a la feria.
Me despido de mi tío diciéndole que me voy a buscar a Sarah y que ya nos veremos allí.
Aparco frente a la casa de mi amiga apenas unos minutos después, pero no me entretengo en avisarla, ya que se encuentra caminando con nerviosismo de un lado a otro de su jardín.
No se da cuenta de que estoy aquí hasta que toco la bocina, haciéndola saltar con asombro. En cuanto me ve al otro lado de la acera, viene corriendo hacia la camioneta y se monta sin cuidado. No hace falta mirarla mucho para saber que está considerablemente nerviosa.
—Debemos pasar por el supermercado —me dice, antes de poder saludarnos.
—Hola. Sí, el día me ha ido muy bien. ¿Y a ti?
—Claro, claro, sí, bien —responde—. Vamos al super.
—¿Para qué quieres ir al super? —pregunto con diversión.
—No puedo llegar con las manos vacías. Voy a comprarles algo.
Debía haberme imaginado que ella querría hacer algo así.
—No hace falta que lleves nada, Sarah. Es una feria, no estarán solo los Sanders.
—Pero luego nos quedaremos a cenar con ellos.
—Sigue sin hacer falta.
—Te he dicho que voy a comprarles algo. Punto.
Suspiro con gracia, pero nos llevo hacia el supermercado sin volver a replicar.
Pasamos media hora vagando por los diferentes pasillos hasta que se decide por una botella de vino y un pastel.
A medio camino se arrepiente de su elección, pero me niego a dar la vuelta y pasar otra media hora dentro de la tienda.
Ignoro el repiqueteo nervioso de sus pies y la manera en la que se muerde las uñas hasta que llegamos al rancho y apago el motor de la camioneta.
El lugar está abarrotado de gente y, por todos los coches aparcados a los lados del camino, sé que todavía no somos realmente conscientes de toda la multitud.
Todo está montado tal y como Julie me dijo que estaría. Se ven los animales en diferentes recintos para que los niños puedan acercarse a verlos, puestos de comida de todo tipo y varias casetas con juegos típicos de las ferias.
Sarah mira en todas direcciones, con entusiasmo rebosando de su cuerpo y un atisbo de nerviosismo.
Todavía le da vergüenza conocer formalmente a los Sanders, sobre todo a Julie, aunque creo que en realidad le da miedo no caerle bien, pero consigue distraerse observando todo lo que nos rodea.
Caminamos un rato entre las casetas de juegos, decidiendo donde queremos ir primero, pero un pequeño cuerpo con hermoso cabello moreno se interpone en nuestro camino y nos obliga a detenernos de golpe.
Clava su mirada entrecerrada en nosotros, dejándonos claro que está enfadada, y eso la hace parecer mucho más tierna de lo que es normalmente.
Nosotros la observamos con una sonrisa enternecida, pero Ava cruza sus pequeños brazos sobre el pecho y se acerca un par de pasos hacia nosotros.
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Las Cinco Amapolas
RomanceSiempre se ha dicho que del odio al amor hay un solo paso, pero ellos preferirían tirarse por un precipicio antes que darlo. Julie lleva trabajando en el rancho de su familia desde que tiene uso de razón. Todos en el pueblo la adoran, a ella y a su...