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◓
JULIE
Nuestro paso se va ralentizando a medida que nos alejamos del centro de la ciudad para adentrarnos en las calles de uno de los pequeños barrios familiares que la rodean.
Creo intuir el lugar al que Ryan me lleva y algo dentro de mí agradece que esté dispuesto a mostrármelo. Todavía no quiero decir nada y arriesgarme a la cagada más monumental que podría imaginar, pero creo estar segura. Esos lirios blancos parecen hablar por sí mismos.
Sé que tengo razón cuando, a medida que los acristalados edificios van desapareciendo y el silencioso y verde jardín va ocupando su lugar, Ryan pasa de estar completamente tranquilo a un estado de nervios en aumento.
Nos detenemos frente al imponente arco y puedo leer: Cementerio Green-Wood.
Observo el lugar sintiendo tranquilidad al saber que Ryan tiene la suficiente confianza como para traerme, pero él se mantiene completamente estático, intentando asimilar lo que hay frente a él después de pasar meses a miles de kilómetros de distancia.
No dice nada, pero tengo claro lo que nos espera al cruzar.
—Tómate tu tiempo —le digo.
Acaricio su hombro al pasar por su lado y doy un par de pasos hacia adelante.
Ese simple gesto le dice la verdad, mi verdad, que lo acompañaré en cada paso del viaje.
Escucho los pies de Ryan arrastrándose por la grava, pero nadie aparece a mi lado. Pienso que se está acercando a mí y estoy dispuesta a darle su tiempo, pero lo único que soy capaz de escuchar es su pesada respiración.
Un par de segundos más pasan y, de un momento a otro, sus duros suspiros dejan de escucharse y un seco golpe metálico ocupa su lugar.
Tardo menos de un segundo en girarme. Solo para encontrarlo sentado en el suelo con la espalda apoyada en una de las viejas farolas al otro lado de la acera. Rompo a correr, convirtiendo los metros que nos separan en centímetros.
Dejo el ramo que me ha regalado junto a los lirios, que han caído a no mucha distancia de donde Ryan se encuentra, y me arrodillo frente a su cuerpo agazapado. Dejo caer mis manos en sus hombros y puedo notar lo rápido que van sus pulsaciones. Las deslizo por su cuello hasta llegar a sus mejillas y su piel parece querer prenderse en llamas. Le cuesta respirar y se agarra el pecho como si le doliera.
Yo nunca he tenido que pasar por algo así y hasta hoy no había visto a nadie en tal estado de nerviosismo e incapacidad. No tengo ni la más remota idea de lo que conlleva un ataque de pánico en sí, pero esto empieza a parecerse demasiado a uno.
El miedo me carcome, los ojos se me humedecen y siento las ganas de llorar a flor de piel, pero sé que si me dejara llevar por la situación, solo haría que todo empeorara para Ryan.
Miro a nuestro alrededor, buscando a cualquier persona que pueda ayudarnos, pero no hay absolutamente nadie.
—Mierda, mierda... —me susurro a mí misma una vez tras otra.
Intento no ponerlo más nervioso de lo que ya parece estar, pero no sé qué hacer para conseguir relajarlo.
Vuelvo a centrar mi mirada en él. Me digo a mí misma que debo mantener la calma.
Miro su cuerpo, intentando ver si se ha hecho daño al caer, pero lo único fuera de lugar es la manera perdida y asustada con la que, con la cabeza gacha, procura no mirar la entrada del cementerio.
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Las Cinco Amapolas
RomanceSiempre se ha dicho que del odio al amor hay un solo paso, pero ellos preferirían tirarse por un precipicio antes que darlo. Julie lleva trabajando en el rancho de su familia desde que tiene uso de razón. Todos en el pueblo la adoran, a ella y a su...