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JULIE
Ni siquiera yo entiendo como mi padre me ha convencido de llevar a Ryan conmigo al prado.
El cielo ha empezado a nublarse justo después de comer y, por culpa del retraso del novato, no tengo nada más que hacer que esperar bajo el porche de mi casa.
Hace más de media hora que deberíamos haber llegado al prado a buscar a las vacas. En días oscuros como este deben estar debidamente resguardadas y me cabrea tener que ponerlas en riesgo porque Ryan no se ha dignado a aparecer. Ni siquiera me apetece seguir pensando en ello. Por su culpa tampoco tendré tiempo para montar a Tuli antes de que anochezca.
Sentada en los escalones, repiqueteando con mis botas sobre la madera, veo a Coco acercarse con aburrimiento y sentarse a mi lado con la cabeza sobre mis piernas.
—¿Tú también te aburres?
Acaricio su peluda cabeza intentando animarla, pero tan solo notar los golpes que da con su hocico contra mi muslo, sé qué es lo que me está pidiendo.
Desde que la adoptamos, cuando apenas era un cachorro, no ha pasado un día sin que su mayor propósito haya sido animarnos. Cuando Ava está triste, Coco la agarra cuidadosamente de la ropa y la lleva hasta el columpio que hay colgado frente a nuestra casa. Cuando me pasa a mí, no deja de darme toques en la pierna hasta que pongo alguna canción y empiezo a bailar con Coco saltando a mi alrededor.
En cuanto escucha la melodía de The Climb a nuestro alrededor, baja los escalones y empieza a dar vueltas, obligándome a bailar con ella.
La voz de Miley inunda nuestro alrededor, haciendo que dé una vuelta tras otra y Coco salte con emoción.
Es un cliché del country, pero el momento requería una canción como esta.
—Ain't about how fast I get there. Ain't about what's waiting on the other side. It's the climb. Yeah —canto a todo pulmón—. There's always gonna be another...
Un grave y divertido carraspeo es lo que hace que me detenga al instante. Me mantengo paralizada mientras me doy cuenta de quién es el que está parado a mis espaldas, a apenas un par de pasos de mí.
Trago con fuerza, intentando deshacerme del nudo de vergüenza que se ha formado en mi garganta, y volteo mi cuerpo para quedar frente a él.
—Bonito espectáculo —se mofa Ryan.
No puedo creer que acabe de verme bailar y gritar de esa manera.
Está frente a mí, con sus pantalones vaqueros impolutos y sus nuevas botas marrones, clavando su penetrante mirada en mí, observándome como si el azul de sus ojos no provocara ninguna reacción en mi cuerpo.
Ryan es una pesadilla de persona, pero... Pero nada. Lo odio, me odia, nos odiamos. No puede ser de otra manera.
—Llegas tarde —gruño.
A pesar de la brusquedad de mis palabras, la traviesa sonrisa no desaparece de entre sus labios. Ruedo los ojos con pesadez, pero nada parece hacerle cambiar el semblante.
Con el rostro enrojecido y el cuerpo tembloroso, me obligo a hacer como si nada hubiera pasado.
—Deberíamos haber empezado hace rato.
—Parecías entretenida sin mí. Te mueves bastante bien, por cierto.
—¡A trabajar!
No espero su respuesta antes de empezar a caminar y hacer que mi hombro choque con el suyo al pasar por su lado.
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Las Cinco Amapolas
RomanceSiempre se ha dicho que del odio al amor hay un solo paso, pero ellos preferirían tirarse por un precipicio antes que darlo. Julie lleva trabajando en el rancho de su familia desde que tiene uso de razón. Todos en el pueblo la adoran, a ella y a su...