22| Fiesta

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JULIE

—¿Te vas a hacer algún peinado? Creo que yo me haré un moño trenzado.

Estoy buscando algo que ponerme para la fiesta, pero puedo ver a la perfección el precioso maquillaje que se hace Sarah en el tocador de mi habitación.

—Seguramente solo me haga unas ondas.

Hoy es la fiesta en casa de Tiffany. Sarah y yo llevamos horas preparándonos en mi habitación, desde que llegó justo después de comer, y por fin parece que nos falta poco para terminar.

Tengo entendido que la fiesta ya debería haber empezado, por lo que nosotros llegaremos cuando el lugar esté repleto de gente. Y aunque Ryan esté al llegar, no creo que estemos preparadas cuando él aparezca.

Agarro un vestido ceñido del mismo color verde que mis ojos y lo deslizo sobre mi cuerpo para después mirarme al espejo.

Perfecto.

No sé por qué nunca lo había usado. Me queda por encima de las rodillas, y es mucho más revelador de lo que suelo llevar, pero esta noche me siento segura para algo así. Me gusta como me veo y eso nadie lo va a arruinar.

Alcanzo unos tacones finos de color negro y los ajusto con cuidado alrededor de mis tobillos. Tampoco estoy acostumbrada a llevar tacones, pero ando sobre ellos como si llevara toda la vida haciéndolo.

Puede que hoy tenga el ego subido o puede que sea otra cosa, pero cuanto más me miro al espejo, más me parezco una diosa. Hacía tiempo que no me sentía así. Amo sentirme así.

—¿Conoces a alguien que vaya a la fiesta? 

—Estará Liam —dice con una sonrisa—. Quedamos en vernos allí.

—Uyyy —canturreo.

Sarah me contó hace unos días que se siente atraída por Liam y también que Ryan la animó a acercarse a hablar con él después de pasar tanto tiempo babeando con su presencia.

Al vivir en un pueblo pequeño, tengo claro quién es Liam, y desde que Sarah me contó sobre su enamoramiento, no he podido parar de imaginarlos juntos y de molestarla cariñosamente sobre el tema.

Cada vez que alguien dice su nombre, las mejillas se le sonrojan y una enorme sonrisa hace el amago de escapar de entre sus labios.

—Pero me dejarás sola con Ryan para irte con tu ligue —me quejo.

—No creo que te quejes tanto cuando estés a solas con él en la fiesta.

Hay una insinuación implícita en sus palabras y no puedo negar que me alarmo al notarlo.

La inespecificidad en su tono me asusta, porque las cosas entre Ryan y yo han estado un poco raras últimamente, diferentes, como si nos tentáramos el uno al otro para saber hasta donde estamos dispuestos a llegar, pero ya no parece haber un límite para ninguno.

Quiero preguntarle a Sarah, intentar indagar, saber si la gente a nuestro alrededor lo ha estado notando, pero la puerta de mi habitación se abre justo a tiempo para impedir que alguna palabra salga disparada por mi boca.

—Hola, señorito —lo saluda Sarah como si no acabara de revolverme los pensamientos.

Lo veo parado en la entrada, pero no le contesta, simplemente me mira como si le hubiera costado reconocerme. Parece que no soy la única que hoy me ve resplandeciente.

—Estás muy guapo —le digo.

Lleva unos pantalones de traje negros y una camisa medio abierta de un color verde claro, parecido al de mi vestido, como si lo hubiera planeado para que así fuera. No miento al decir que está genial.

Las Cinco AmapolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora