4| Como Sharpay o Gastón

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RYAN

—¿Así que tú eres el apuesto muchacho del que tanto he oído hablar? —pregunta con ánimo la dueña de la cafetería.

—Él es Ryan —me presenta Carol.

Ni siquiera entiendo por qué estoy yendo a desayunar con la madre de la chica que tanto me empeño en alejar.

Ayer me recomendó venir a tomar algo, asegurando que este es el mejor lugar en el pueblo, pero al ver que Julie y su amiguito también estaban por aquí, no quise entrar. Preferí no adentrarme en una tortura como esa. No quería sentir esos ojos verdes sobre mí, ni la curiosa mirada de su amigo vagando por mi cuerpo.

Acabé pasando media hora apoyado en la fuente, observando, esperando que cualquier cosa sucediera. Lo cierto es que ni siquiera sé qué esperaba exactamente.

Esta mañana he decidido pasarme por aquí de nuevo, antes de ir al rancho, y a medio camino me he encontrado con Carol. Mentiría si dijera que no me alegro de que haya sido ella y no otra persona. Por alguna razón, parece ser la única que sabe como controlar esos impulsos que me obligan a alejarme de los demás, supongo que ser madre ayuda, aunque no sea la mía. Sabe manejar a alguien como yo. Sin juicios ni pena. 

—¿Sabes qué? —sigue Carmina—. Podrías hacerte amigo de Julie y Lucas. Seríais el mejor trío del pueblo.

Carol aplaude con emoción cuando escucha las palabras de su amiga, como si esa idea le hiciera más feliz que cualquier otra cosa en la vida.

Ellas me observan expectantes mientras intento detener una ahogada carcajada. No creo que esa supuesta amistad llegue a producirse. No, de ninguna manera.

—¿Y esa risita? —vuelve a preguntar, con la curiosa mirada de Carol haciéndole compañía.

—No creo que a ninguno le haga ilusión mi presencia —murmuro—. Sobre todo a Lucas.

—Oh, no, para nada. ¿Por qué lo piensas? 

Las miro a ambas como si la respuesta fuera obvia. Es prácticamente imposible que no se hayan percatado de algo que yo tardé apenas un par de segundos en notar.

—¿Tanto le cuesta a Julie darse cuenta de que Lucas está enamorado de ella? —El escepticismo marca mi voz.

Al fijarme en los rostros de ambas mujeres, sé que no lo han pasado desapercibido. Sus miradas agudas y las sonrisas contenidas en sus labios dicen todo lo contrario.

No se puede negar que Julie es guapísima, tiene ese tipo de belleza natural de la que mucha gente no puede alardear, pero se nota que lo que siente su mejor amigo es mucho más grande que eso.

—Puede que mi hija sea la persona más cariñosa, trabajadora y observadora que he conocido en mi vida, pero no puedo decir que detectar ese tipo de señales sea su fuerte.

Carmina no tarda en darle la razón.

—Yo ya no sé si no lo ve o realidad no quiere verlo. En ese tema está más perdida que un sabueso sin olfato.

El tono que le da a sus palabras y la efusividad de sus gestos me hacen pensar que Carmina es el centro de cotilleos del pueblo. Tendré que vigilar lo que se dice de mí por aquí. 

—Pero dejémonos de tanto drama y centrémonos en lo importante. ¿Qué quieres que te ponga? 

—Solo un café.

—¿Has comido algo antes de venir? —cuestiona Carol.

No creo que la mitad del sándwich que me ha hecho Fred esta mañana cuente como un desayuno en condiciones.

Las Cinco AmapolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora