15| Despedida

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JULIE

—Mamá, hoy no estaré por aquí —anuncio después de cerrar la puerta de mi habitación—. Iré al aeropuerto a despedirme de Lucas.

Entro en la cocina para encontrarme con ella, pero me sorprendo al ver que no está sola. Ryan también está aquí, apoyando su espalda baja en la encimera mientras sujeta un vaso de agua cerca de sus labios.

Sin dejar que su presencia me acobarde, paso por delante de él solo para ponerme a su lado y estirar mi cuerpo para agarrar una taza.

Me doy cuenta de que nuestros brazos se rozan cuando vuelvo a dejar mis pies planos sobre el suelo, al igual que noto la permanente mirada de Ryan al sentir la misma electricidad que yo correr por su cuerpo, pero lo ignoro por completo mientras me separo para servirme una buena cantidad de café.

—Me llevaré la camioneta. No creo que vuelva muy tarde.

—Tu padre se la ha llevado para hacer recados —me responde antes de que siga haciéndome ilusiones.

—¿Crees que la tía Angelina o Carmina aceptarían llevarme?

—No creo que sea posible, cielo. Es jueves y dudo que puedan dejar el trabajo para llevarte.

Se me había olvidado por completo. He pasado tantos días yendo de un lado a otro que ya ni siquiera sé en qué día estamos.

Es imposible que alguien pueda llevarme.

—Tendré que coger el bus —resoplo—. Tardaré más horas de las necesarias, pero...

—Yo te llevo —me interrumpe Ryan con celeridad.

Suena realmente dispuesto a conducir todo el día para llevarme a mi destino, pero preferiría que no hubiera dicho nada. Todavía no me veo capaz de tenerlo al lado y no decirle nada que acabe por destrozarnos por completo.

—No —digo con más sequedad de la que pretendía. Ni siquiera lo miro antes de seguir hablando con mi madre—. Pues eso, me voy en bus.

—No vas a ir en bus, Julie. No voy a dejar que vayas hasta la capital tú sola, es peligroso. Ryan irá contigo.

Cuando Carol Sanders dice algo con ese tono de voz, no hay nada que puedas hacer para cambiar su opinión. Lo que dice es lo que se va a hacer.

Genial.

Doy un largo trago al café, como si prefiriera ahogarme antes que viajar junto a él, y es entonces cuando comprendo que tendremos que pasar casi dos horas encerrados en el mismo lugar. No sé qué resultará de todo eso.

Dejo la taza sobre la encimera y salgo de la cocina.

—Vamos —digo antes de coger mi chaqueta y alejarme para llegar a la camioneta de Fred.

Es extraño no sentarme detrás del volante cuando estoy segura de que he conducido esta camioneta muchas más veces que Ryan.

No nos dirigimos ni una sola palabra durante el camino, solo dejamos que la música salga por los altavoces e inunde cada rincón del vehículo.

Parece que él intenta hablar un par de veces, pero nunca llega a hacerlo. Así lo prefiero.

—Lucas no querrá verte —le digo después de dejarlo aparcar delante del aeropuerto.

—No entraré. —Su voz parece sonar mucho más suave de lo normal—. Te esperaré aquí.

—No hace falta, volveré por mi cuenta.

Las Cinco AmapolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora