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RYAN
—¿Tú estudias, Julie? —pregunta Carlos.
Siento mi cuerpo empequeñecer sobre la silla, temiendo por la reacción que Julie pueda tener ante esa pregunta en específico.
Esperaba evitar cualquier tipo de conversación que tuviera que ver con lo que Hank me contó antes de que nos fuéramos, pero parece que no va a ser posible. Ahora ya no hay ni la más mínima posibilidad de evitar ese tema tan sensible para ella.
Llevamos toda la tarde en el jardín trasero de la casa de los Santimaro y todo parece ir bien hasta que el tiempo se congela después de esa simple pregunta. Sé que Carlos no lo ha preguntado a mala fe, porque ni siquiera están enterados de la situación de Julie, pero eso no impide que el ambiente haga el amago de enrarecerse momentáneamente.
Saben que a mí me expulsaron de la universidad y que eso me empujó a irme a Texas, saben mi historia, pero no saben nada de lo que Julie carga a sus espaldas.
La observo y me gana el instinto de extender mi mano y dejarla caer con delicadeza sobre su rodilla, que roza mi pierna como si fuera el gesto más natural del mundo.
Yo mismo parezco sorprenderme cuando veo a Julie inspirar profundamente, en un gesto que solo yo soy capaz de apreciar, y empezar a hablar con una sonrisa en la cara.
—Iba a estudiar Educación en la Universidad de Nueva York, pero al final no pudo ser.
Si no la conociera e intentara guardar en mi memoria cada pequeño gesto que ella hace, no habría notado lo mucho que le cuesta hablar de este tema.
—¿Querías ser profesora? —sigue preguntando Patri con empática aflicción.
—Siempre me ha gustado hacer muchas cosas distintas, pero creo que sí —dice—. Ser profesora y trabajar con niños siempre ha sido mi sueño.
Escuchar su respuesta hace que varios pensamientos pasen por mi mente. Me asombra que lo diga, porque nunca me había contado que en realidad su sueño era ser profesora y no trabajar en el rancho. Pero por otra parte, cualquiera que la haya visto al lado de un niño, ha notado que se le dan genial. Julie es una de las razones por las que Ava está creciendo de la manera más sana, educada y confiada que podría.
—Siento mucho que no pudieras ir —asegura.
Por la manera en la que lo dice, es evidente que piensa que no sacó la nota suficiente para entrar y no que otra razón pudiera ser también posible. Hank me dijo que Julie me contaría las razones cuando considerara que era el momento, pero no tengo ninguna duda de que superó todas las pruebas necesarias para conseguir su sueño.
—No te preocupes —responde con confianza y cariño hacia Patri—. No pude ir, pero igualmente me dedico a algo que me encanta.
No vuelve a salir el tema. Es fácil para todos notar que a Julie no le entusiasma contar una historia de la cual la herida todavía sigue sanando.
Hablamos de cómo han ido sus vidas durante el último año, hasta que Patri empieza a adormecerse.
—¿Por qué no os vais a acostar mientras Ryan y yo vamos a por las maletas? —dice Carlos, notando el somnoliento estado de su mujer.
Todos aceptamos, dándonos cuenta de que las horas nos han atrapado y no hemos notado el tiempo pasar mientras la luna se hacía la gobernanta de la humilde noche.
Aprovecho que Carlos sube a su habitación para buscar su abrigo y Patri se adentra en la cocina, para agarrar a Julie del brazo y detenerla frente a mí, a apenas un palmo de distancia y sin dejar de tocar su piel.
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Las Cinco Amapolas
RomansSiempre se ha dicho que del odio al amor hay un solo paso, pero ellos preferirían tirarse por un precipicio antes que darlo. Julie lleva trabajando en el rancho de su familia desde que tiene uso de razón. Todos en el pueblo la adoran, a ella y a su...