—Jun, para, no tienes porqué hacer esto, tu no eres así —suplicaba al borde del llanto
—¿Quién te crees para decirme qué hacer? —observaba al castaño con superioridad —¡Tú no eres nadie!
—Basta... —por más que intentaba forcejear, el peliazul apretaba sus manos con fuerza
—Siempre tuve que aguantar tus malditos caprichos de salir a pasear y hacer cosas juntos, y las veces que quería tocarme sólo me evitabas
—Suéltame... por favor
—Y además, me entero que eres un maldito medicado, a veces me pregunto porqué la vida me trata de esta manera
Por más que Hao quisiera evitar sus palabras, estas lo atacaban como balas, cada vez se estaba sintiendo más débil ante él.
—Déjame ir... o sino...
—¿Sino qué? —sonrió con desinterés observando al castaño con ojos burlones —¿me piensas amenazar?, ¿a mí?, te recuerdo que el jefe me ama y le caes mejor ahora que eres mi novio, ¿qué pasaría si se entera que no estamos juntos?
—.... —lo miraba fijamente sin decir ni una palabra
—Tu dependes de mí para caerle bien a los demás, ¿lo sabes, no? —sacudió sis brazos bruscamente —¿LO SABES?
Silencio.
El peliazul observó el panorama, Hao ya no se veía débil ni asustado, estaba estático mirando hacia la nada, con los ojos llenos de lágrimas pero sin ninguna expresión en su rostro.
—Parece como si estuvieras muerto —rió —pero así me gustan, calladitos
Comenzó a desabotonar su camisa una por una hasta dejarlo semidesnudo, acarició sus pechos y abdomen fuertemente dejando marcas de dedos en ellos. Al tratar de besar su cuello, Hao se movió hacia un lado evitándolo.
—El único que me puede tocar es Hanbin —mencionó con una mirada sombría
—¿Hanbin? —frunció el ceño —pero si ya no es tu novio, ¿o sí?, ¿me engañas con él?
—Sí —dijo repentinamente dejando al mayor inmóvil —no tengo sexo contigo porque me reservo sólo para él
—¿Qué mierda dices?
—Cada que te ibas, él siempre venía y lo hacíamos hasta el amanecer, me dejaba sin poder moverme pero me encantaba, siempre lo hace una y otra vez porque se lo pido, tu nunca llegarás ni a un gramo de lo que es él
—¡CÁLLATE! —intentó darle una cachetada pero su mano se quedó en el aire como si una fuerza invisible lo reteniera —qué...
—Aléjate de él —una voz con un tono muy tranquilo provenía de la puerta
—¿Quién...? —giró a ver enojado dándose cuenta que se trataba de Hanbin —tú... maldito infeliz —se levantó de la cama caminando hacia él con furia
—Detente —el contrario hizo caso como si de una hipnosis se tratara —no tienes derecho a quejarte ni lastimar a Hao de esa manera cuando tu fuiste el primero en traicionarlo —sacó el propio celular del peliazul mostrándole un chat subido de tono que tuvo con un amante suyo —¿reconoces esto?
—¿D-de dónde sacaste eso? —titubeó
—Deberías empezar a revisar en donde dejas tus cosas —le entregó el teléfono —tampoco creo que tu jefe siga queriendo trabajar contigo cuando se entere que tienes sexo en su oficina con uno de sus trabajadores cuando él no está
—¿Qué? —observó con espanto —¿cómo...?, tú... ¿quién te crees para amenazarme?
—La escoria como tu no merece seguir en este mundo haciendo daño, pero no soy alguien que pueda decidir eso, lo único que puedo hacer es borrarte la memoria para que te olvides de esto
—¿Ah sí? —rió con incredulidad —¿eres Dios o algo así?
—Buenas noches, Yeonjun —tomó su cabeza entre sus manos haciéndole que borre todos sus recuerdos de este día y todos los que pasó junto a Hao desde el día en el que le empezó a gustar —busca la paz, te hace falta —lo hizo desaparecer sin dejar rastro de él
—¿A dónde fue? —preguntó el castaño
—A su casa, supongo...
...
Hao estaba acostado junto a Hanbin ya calmado, habían pasado algunas horas de lo sucedido, se sentía mucho mejor y más seguro gracias a él.
—Gracias por salvarme —lo abrazó fuertemente
—No es nada, mi amor —acarició sus mejillas con suavidad —lo observó completamente —¿no te hizo algo, no?
—No, no, nada, no te preocupes, sólo me duelen las muñecas —el contrario tomó de inmediato sus manos frotandolas despacio para aliviar el dolor —me gustaría que hubieras sido tu quien me haya apretado las muñecas
—¿Ah?, ¿a qué te refieres? —rió tímido
—Ya sabes... eso... que me ates las manos...
—¿Por qué lo haría? —frunció el ceño
—Bueno... no sabía explicarte, es un... fetiche mío...
—¿Fetiche?, ¿qué es eso?
—¿De verdad no sabes o sólo estás actuando? —rió nervioso esperando que Hanbin haga alguna muestra de que si sabe de lo que está hablando, pero este se mantenía sin expresión —bueno, yo te enseño... básicamente un fetiche es... un gusto el cuál busca lograr el excitación, puede ser a través de objetos, partes del cuerpo de alguien o diferentes situaciones que suelen parecer emocionantes para alguien... por ejemplo, un fetiche que yo tengo es que me aten...
—¿Te aten?
—Sexualmente hablando eso me excita... que me aten las manos o me venden los ojos durante el sexo... me gusta sentirme dominado...
—Ya veo... eso es raro, ¿por qué te gustaría eso?, suena mal...
—Ya sé... suena mal, pero de eso se tratan los fetiches, por eso no es fácil hablar de ellos, pero te lo comento porque confío en ti y porque quisiera que cumplas mi fantasía... ¿aceptas?
El pelinegro lo miró sin estar muy seguro acerca de lo que iban a hacer, pero de todas formas aceptó.
[💞]
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arrow shot ➳ haobin
FanfictionHabía una sola regla en el templo para los cupidos: "Jamás enamorarse de un humano", pero Hanbin no la cumplió. • Contenido sensible • Leer bajo responsabilidad propia