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Hao se despertó por el sonido repetitivo de su propia alarma, el cuerpo le dolía, y con toda razón si estuvo desmayado en el suelo durante horas. Su teléfono casi no tenía batería cuando lo tomó para apagar el despertador.

No fue un sueño...

Miró a todos lados dándose cuenta que Hanbin no estaba y tenía las pastillas hacia un lado, su tristeza volvió a aparecer, y aún así, con millones de cosas en su cabeza terminó por irse a trabajar. Sin embargo, ese día no le fue muy bien.

Primero, perdió el autobús en el que siempre iba y tuvo que esperar unos 15 minutos a que pasara otro, al no tener su celular no tenía la noción del tiempo, así que simplemente estaba rezando por llegar temprano.

Mientras miraba la ventana, veía al cielo, deseando que Hanbin aparezca y le diga que pudo arreglar todo e iban a poder estar juntos para siempre.

Perdido en sus pensamientos, se distrajo cuando una señora le habló para pedirle si le podía dar el asiento, al ver que estaba con su hijo pequeño, quien aparentaba unos 6 años, de inmediato se levantó, al girarse se dio cuenta que quien se había sentado en el asiento era sólo ella, dejando al niño parado todo el camino.

Llegó a su parada y bajó, tuvo que esperar casi un minuto para que el semáforo cambie de color, cuando por fin lo hizo, pudo cruzar.

Ingresó a la empresa dando con la sorpresa que el ascensor estaba fuera de servicio, así que, tuvo que subir 9 pisos por las escaleras.

Entró recibiendo la mirada de todos, incluso la de Sunoo, quien permanecía preocupado. Hao se sentó al lado de él como siempre, asumió que había llegado justo a tiempo.

—Hao... —habló su amigo —¿pasó algo?

—Tuve algunos inconvenientes... ¿por qué?

—¿Te quedaste dormido?

—No... ¿llegué muy tarde?

—Diez minutos tarde

—¡¿Diez?! —de quedó atónito, nunca en su vida había llegado tan tarde

—Zhang Hao, hasta que por fin te dignas a llegar, ven a mi oficina —mencionó el jefe con una mueca muy seria tenebrosa —regresó a su despacho

El castaño caminó hacia su salón, cerró la puerta esperando que le diga lo que pasaba con mucho miedo interno de por medio.

—¿Me puedes explicar porqué llegaste tan tarde? —se cruzó de brazos recostándose en su silla

—Yo... el bus que iba a tomar me dejó y tuve que...

—No, ni quiero oír sus excusas —interrumpió —ya es suficiente, a la gente como usted no le gusta trabajar y eso claro está —lo miró de pies a cabeza —tus ojos están rojos porque estuviste despierto toda la noche

—No... no es por eso...

—No te pregunté —respondió con agresiva firmeza —estás desaliñado, con el cabello como sea, tu ropa ni siquiera está planchada y tus zapatos están sucios, ¿crees que debería creer que si te importa este trabajo?

—Es que... últimamente no he tenido tiemp...

—¿Te pregunté? —volvió a interrumpir

—No, señor...

—Ya tuviste demasiadas llamadas de atención en esta empresa y sigues sin entender, encima el trabajo que hiciste de nuevo está peor que el anterior, en serio, ¿no puedes hacer nada bien?

Las palabras parecían balas, pero aún así, el cuerpo de Hao era perforado por todas ellas y seguía de pie escuchando. Aunque no quisiera.

—Lo siento, señor... —trató de aguantar el llanto

—Estás despedido

—¡¿QUÉ?! —su cuerpo se congeló —señor...

—Estás despedido, Zhang Hao, yo no quiero a gente incompetente en mi oficina

—Señor, no me haga esto, este es mi único trabajo, no puedo quedarme sin él —suplicaba —prometo que voy a mejorar, haré todo lo que me pida, todo, todo

—No quiero un esclavo, quiero a alguien que haga las cosas por sí solo, pero veo que eso ni siquiera lo puedes hacer en tu vida cotidiana

—.... —la bala más fuerte

—Recoge tus cosas y lárgate —señaló la puerta —ya no te quiero ver más —miró la computadora ignorando al castaño

Este no pudo decirle nada más por más que quisiera, al cruzar la puerta del despacho comenzó a lagrimear. Sunoo lo observó, trató de hablarle para saber que había ocurrido, pero el contrario no dijo ni una palabra, en cambio de eso, comenzó a llorar más.

Todos voltearon a ver quien era, pero como se trataba de Hao, siguieron con sus trabajos como si nada. Este terminó de recoger sus cosas y tomó su caja.

—Hao... —dijo el pelirosa sin respuesta al darse cuenta lo que estaba ocurriendo —¿seguimos siendo amigos, no? —preguntó, pero su amigo no paraban de llorar desconsoladamente —Hao...

Se fue.

Sin decir nada más, se fue del lugar para no volver nunca más. En lo que bajaba, al salir al exterior se dio cuenta que iba a llover, algunas gotas caian del cielo, tenía que llegar a casa cuanto antes, pero había un pequeño problema, se había quedado sin dinero y no tenía su celular. No tuvo más remedio que ir a su casa caminando.

Como llovía, nadie se daría cuenta que eataba llorando.

[💔]

arrow shot ➳ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora