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Mi compañero había muerto, no quedó rastro alguno de él, fue como si simplemente se hubiera desvanecido en la nada.

Mi cuerpo ya no respondía a mis señales, la respiración se me hacía más pesada cada minuto.

No tenía conocimiento acerca del tiempo estimado en el que pasé en este lugar, pero sin duda fue muy largo, y una de las peores sensaciones de toda mi vida.

Siempre creí que aunque rompiera las reglas no me pasaría algo tan fuerte, me burlaba acerca de ello, como si no fuera nada. Matthew siempre me advertía y yo jamás le hice caso.

—Hao... —dijo hacia sí mismo en voz alta, a final de cuentas nadie lo escucharía, lo único que lo acompañaba en ese entonces era aquel pitido en su oreja que hace semanas había aparecido —no importa lo que pase, yo jamás me voy a arrepentir de haberte amado... aunque me gustaría decirte esto en persona —no tenía ni siquiera fuerzas para llorar —si voy a morir... estoy feliz de haberte conocido... y haberme enamorado de ti, fue mucho mejor que reprimir mis sentimientos toda mi vida

Soltó un leve suspiro acompañado de una sonrisa. Su mirada estaba perdida, su cuerpo poco a poco separándose de su alma. Estaba listo para cerrar los ojos y dar su última aliento antes de irse para siempre... hasta qué...

—¡Hanbin! —se escuchó una voz proveniente de lo que vendría a ser el exterior

—¿Padre...? —respondió con voz lenta y rasposa, sus labios estaban secos y apenas parpadeaba

—Ven aquí —la firmeza de su voz generaba miedo, sin embargo, el pelinegro ni siquiera sentía sus propias emociones como para temer

Una luz cegadora apareció delante de él, tuvo que cerrar sus párpados para evitar que sus ojos se quemen. Apenas los abrió se encontró con algo que pensó que no volvería a ver. El templo.

Al fondo del lugar estaba sentado su padre, esperando que Hanbin se acerque hacia él. Este con las únicas fuerzas que le sobraban caminó en medio de varios guardias parados a los lados, pegados a las paredes, inmóviles. No se acordaba haber visto tantos, tampoco tenía idea de cuanto tiempo había pasado desde que lo encerraron.

—¿Pa-padre? —alzó la vista

—Alguien quiere hablar contigo

El hombre se levantó de su sillón haciéndose hacia un lado de este. Unos pasos como si fueran tacones se acercaban hacia él. Volteó la mirada encontrándose con la mirada de Ricky, quien parecía levemente feliz.

Al lado de él caminaba una mujer alta, de tez pálida, ojos claros, largos cabellos dorados y ligeramente rizados. Muy hermosa. Al instante supo que se trataba de su abuela, Afrodita.

Se sentó en el sillón que Eros había dejado disponible, y Ricky se mantuvo parado al lado de ella durante un largo rato.

—Así que... —lo observó de pies a cabeza —tu eres quien se enamoró de un humano... —el pelinegro asintió de forma tortuosa. Ella simplemente bufó —no pensé que alguien tan joven pueda romper las reglas, bueno, la única regla que existe, de hecho cuando tu padre me reportó de este suceso no creí que fuera real. Supongo que en el limbo habrás conocido a tus nuevos amigos

—No queda nadie —dijo con la voz seca

—¿Qué?

—No hay nadie en ese lugar, la última persona que estaba ahí desapareció, me quedé solo

—Oh... —sintió conmoción a pesar de saber lo que sucedía ahí —supongo que sigues tú —suspiró —eso solo sucede cuando rompes la única regla que existe en el lugar, no hay otra más como para que no puedan cumplirla, no era tan difícil

—¿No era tan difícil? —se llenó de rabia —nos tienen todo el puto día volando delante de los humanos y me piden que no me relacione de ninguna manera con ellos, ¡¿no es difícil?!

—No me hables en este tono, Sung Hanbin y cuida tus palabras —señaló —¿qué tan importante es ese humano para que te reveles de esa forma frente a tu propia familia?

—Demasiado importante —aclaró —más importante que cualquier cosa, desde que lo conocí me enamoré de él y por más que intenten dañarme mis sentimientos por él no van a cambiar jamás

—¿Sabes que tú eres un ser inmortal y él no, verdad?

—Lo sé... si lo sé... pero eso no significa que no pueda ser feliz un momento junto a él... disfrutaré de lo que sea necesario mientras lo tenga con vida

—¿A pesar que te genere desgracias?

—Él jamás me generó desgracias, solamente todos ustedes al retenerme aquí y querer matarme sólo por sentir amor

—Me parece que no entiendes como van las cosas... él es un humano y tu...

—La que no entiende eres tú, Afrodita, tú y tus ideas estúpidas

—Hey, ¡no le hables así! —Ricky le apuntó al pelinegro con una flecha

—Tranquilo, hijo —respondió ella con voz suave haciendo calmar al rubio

—¿Hijo? —Hanbin se quedó estupefacto, desde que tiene uso de razón creía que Ricky era un cupido más —¿Ricky es...?

—Mi hijo y hermano de Eros, parece que no lo sabes, ahora sí

—Wow... —carcajeó repetidas veces sintiendo que estaba perdiendo la cabeza —tu querido hijo fue quien arruinó mi vida

—¿Disculpa?

—Se la pasa de vigilante todos los malditos días, repitiendo las reglas como robot y estando de chismoso

—No voy a permitir que te dirijas a Ricky de esa manera

—¡Ustedes tres son iguales, prefiero estar muerto antes que verles las caras! —decía con total ira —hubiera preferido no existir

Afrodita lo observó en silencio, jamás imaginó ver a alguien tan enamorado de un humano como lo estaba Hanbin.

—En toda mi vida... no pensé que conocería a alguien como tú, que arriesgue su vida por un simple humano, eres curiosamente diferente...

—¿Mamá...?

—Quémenle las alas

—¿Q-qué?

[💔]

arrow shot ➳ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora