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7 años después...

Hao salió por su balcón observando la torre Eiffel, era de noche y las luces en esta resplandecían la ciudad. Parecía siendo un sueño del que jamás se va a despertar.

—¿Pasa algo, mi amor? —Hanbin abrió los ojos al no sentir a su novio a su lado

—No, nada, es sólo que estoy muy feliz... por todo, siento que no podría estar más feliz en mi vida

—Ven aquí —extendió sus manos para que este lo abrazara, y así fue —el restaurante cada día aumenta en ganancias, nos va muy bien

—Gracias a ti

—A los dos —sonrió

—He estado pensando... y... quiero que tengamos un hijo —mencionó repentinamente haciendo que Hanbin se quedara boquiabierto

—¿Hijo?

—Sí... hazme un hijo ahora

—Oh, eso —sonrió

—¿Creíste que quería hijos de verdad?

—No lo sé, ¿quieres?

—No... prefiero una mascota la verdad, los niños son muy ruidosos

—Está bien, te haré un hijo de la manera que quieres

—Qué emoción —sonrió —y que no caiga nada fuera

—Detente —comenzó a reír ante su comentario

—¿Qué cosa?

—Nunca cambias —le depositó un beso y empezó a quitarle la ropa rápidamente

Se besaron con necesidad dejando salir los gemidos en toda la habitación, el mayor dejaba mordicos en su cuello. Succionó sus pezones de uno en uno mientras acariciaba su miembro.

El contrario se estremecía por sus toques, su lengua en su entrepierna lo volvía loco, le encantaba y más cuando el miembro del contrario entró dentro de él embistiéndolo con fuerza.

—Ah... ah... Hanbin... te amo...

—Te amo, bonito, me encantas tanto..

Lo besaba cada que podía chocando su lengua con la suya cada que entraba a su boca. Al cruzar miradas se podían decir millones de cosas sin decirse nada.

Hao se sentó en su regazo empezando a saltar sobre él rogándole que lo llene de hijos, arañando sus hombros con sus uñas. Las manos del pelinegro se apoyaban en sus nalgas ayudándolo a moverse.

Sus torsos se rozaban, su sudor se combinaba. No había necesidad de ir al cielo ahora que habían creado su propio cielo en la tierra.

Cuando sintieron que se iban a venir quisieron hacerlo al mismo tiempo así que fueron aguantando un poco más, hasta que cuando Hao se corrió, Hanbin pudo soltarlo todo invadiendo su zona como él quería.

El castaño se recostó en su hombro y rodeó su cuello con sus brazos. Sonrió. Tuvo que regular su respiración hasta que por fin pudo hablar.

—Me acordé cuando lo hicimos con tus alas... fue divertido

—¿Extrañas mis alas?

—Me daban miedo —dijo haciendo reír al contrario —te amo...

—Yo te amo mucho más

—¿Es una competencia o algo? —le mordió la oreja

—Hazlo de nuevo

—¿Te gusta?

arrow shot ➳ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora