—¡Sunoo!, adivina —llegó a la oficina con una gran sonrisa
—¿Qué pasó?
—¡No te lo vas a creer!
—Pero ¿qué es?
—Tengo un ángel guardián —soltó sin más
—¿Qué? —miró perplejo —¿ángel guardián?
—Sí, se aparece en mis sueños a preguntarme cosas pero al despertar no me acuerdo de nada, pero se siente muy bien hablar con él
—¿Estás seguro que es un ángel?, ¿y si es otra cosa?, ¿y si es un demonio del sueño?
—Sunoo, ¿crees que un demonio se aparecería cada noche a preguntarme como estoy?
—Quizás...
—Claro que no —negaba sonriente —además, él me dijo que jamás me haría daño... y yo le creo... pero eso no es todo, a cada momento me pide que lo recuerde, pero no se me viene nada a la mente
—¿Que lo recuerdes?
—Sí... la verdad es que no me explicó muy bien a qué se refería con eso, así que sólo voy a esperar
Sunoo observaba a su amigo con curiosidad, quiso preguntarle más cosas pero el jefe llegó, tenían que trabajar sln descanso durante horas.
...
Llegó a su casa sin encontrar a Yeonjun, no había ido a trabajar así que pensó que estaba enfermo o algo así, estuvo a punto de llamarlo, pero el sueño le venció, fue un día muy agotador.
Comenzó a soñar.
Abrió los ojos de vuelta a aquel lugar oscuro, miró a todos lados, pero nada. No había nadie. Su ángel no estaba ahí.
Se volvió a sentar en el suelo y suspiró, cerró los ojos por un momento, en aquel instante un montón de recuerdos vinieron a su mente, recuerdos que según él nunca había vivido.
Eran borrosos. Estaba sonriendo y abrazando a un chico, diferentes escenarios, algunos de ellos en la oficina y otros en su casa.
—Hao...
Sus ojos se abrieron instantáneamente. Se paró de inmediato dirigiendo su mirada a aquella voz. Él había llegado.
—¿Ya me puedes ver?
—No... —su corazón latía muy rápido, algo en su interior le decía que tenía que recordar —yo... ¿te conozco hace cuánto?
—Casi tres años, más o menos, en tu mundo
—Qué... no... eso no... —su cabeza dolía—¿no eres mi ángel guardián, ¿verdad? —el contrario se extrañó —tuve recuerdos y la persona que estaba conmigo tenía tu silueta... tú... ¿quién eres?
—Desearía decírtelo, pero no puedo
—¿Por qué?
—Sólo te puedo decir que soy alguien muy importante en tu vida, más de lo que pueda ser alguien más, y tu también lo eres para mí, y siempre lo serás —intentó tomar su mano a pesar que esta se desvanecía
Hao sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, se sintió extraño, raro, diferente. No sabía que más decir.
—Yo... te prometo que voy a recordar...
Se despertó. Sudando y con la respiración agitada. Tomó su libreta y comenzó a apuntar todo lo más rápido que pudo.
Pensó que se calmaría después de eso pero seguía respirando muy rápido.
—Mierda
Sintió que se desvanecía y volvió a caer a la cama, trataba de calmarse pero se seguía agitando cada vez más.
—Hola, Hao, te traje algo, ¿Hao? —soltó las bolsas que traía en su mano corriendo hacia el castaño —¿qué pasa?
Este señaló uno de los cajones y Yeonjun rápidamente comenzó a buscar encontrando montones de frascos de pastillas quedándose atónito.
—¿Estas están bien? —mostró uno a lo que él contrario asintió lentamente y el peliazul lo abrió dándole la pastilla corriendo a buscar agua
Hao la tomó junto al agua sintiendo que se calmaba poco a poco. Su novio le tomó de la mano calmándolo y diciéndole algunas palabras que no pudo escuchar bien porque su mente seguía ida.
—Gracias...
—Tú... ¿estás medicado?, ¿tienes... depresión?
—Ah... sí, perdón por no contarte, pensé que no las iba a necesitar ahora que me siento mejor, no creí que me daría un ataque...
—¿Es grave?
—Eh... si me las recetaron supongo que es muy grave —dijo de forma graciosa, sin embargo Yeonjun parecía muy serio —no te preocupes por eso, me sé cuidar muy bien
—Bueno... —se levantó volviendo a tomar las bolsas del suelo sin decir ni una palabra —te serviré la comida
—¿No te molesta, ¿verdad?
—¿Qué?, claro que no... —por su timbre de voz no parecía muy convencido
Hao no dijo nada. Supuso que a Yeonjun si le incomodaba el hecho de tener que lidiar con esto, también pudo haberle contado, pero pensó que no era necesario, hasta ahora...
Al querer volver a poner el frasco de antidepresivos en su cajón observó que algo brillaba por debajo de todas las pastillas. Al alcanzar el aquel objeto y tenerlo entre sus manos le parecía muy bonito. Era un collar con forma de corazón flechado, tenía una brillo peculiar, no sabía porqué estaba eso en su cajón, pero con sólo verlo tuvo una extraña sensación de calidez.
Sin pensarlo, se lo colocó. Se miró al espejo al ver como quedaba, parecía brillar aún más que cuando lo encontró. A partir de ahora será su accesorio favorito.
[💘]
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arrow shot ➳ haobin
FanfictionHabía una sola regla en el templo para los cupidos: "Jamás enamorarse de un humano", pero Hanbin no la cumplió. • Contenido sensible • Leer bajo responsabilidad propia