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—Quémenle las alas —dijo ella sin pensar

—¿Qué? —el pelinegro fue retenido por dos guardias, una sonrisa ladina se dibujó en el rostro de Ricky —abuela... no hagas esto

—Lo siento... no me dejas otra opción, estás muy ensañado con un humano que ni siquiera estás seguro si daría la vida por ti

—Él si lo haría

—¿Cómo lo sabes?

—Porque lo conozco hace varios años, y sé de lo que es capaz de hacer por mí

—Eres muy joven, sólo estás obsesionado con ese chico, Hanbin

—No es así... no lo es...

Ella tragó saliva y bajó la mirada pensando algunas cosas. Los guardias se quedaron esperando su señal.

—Lo siento —ella asintió dando la señal para que los hombres lo sostengan sin lograr que se mueva —no me dejas otra opción

Con ayuda de sus poderes y magia expandió forzosamente las alas del pelinegro, este no pudo hacer nada, simplemente se limitó a mirarla fijamente.

—¿Últimas palabras? —preguntó ella expandiendo un poco de fuego de su mano como prueba de lo capaz que es

—¿Te atreves a defender el amor cuando me quieres desaparecer por sentir amor?

—Es diferente, y lo sabes

—No es diferente, Afrodita, yo... lo amo —un nudo en la garganta apareció —no puedes cambiar mis sentimientos, yo necesito a ese humano en mi vida, es el único que me hace sentir vivo y no como un estúpido ángel que sólo tira flechas, simplemente observando lo que jamás voy a sentir en mi puta vida infinita, ¡porque además de estar solo, soy inmortal!

—¡SUFICIENTE —sin pensarlo dos veces tiró una gran llama de fuego en dirección a Hanbin alcanzando una de sus alas, quemándola desde lo más bajo

La plumas eran consumidas por el abrasador fuego, Hanbin se retorcía arrodillado en el suelo, los guardias lo soltaron evitando las llamas. El dolor era insoportable y se abalanzaba por todas las alas.

La mujer no tardó en lanzar otra llamarada hacia la otra ala, haciendo que doliera mucho más, el pelinegro gritaba del horror al estar en el suelo tirado sin poder hacer nada más.

Su padre sentía un poco de pena pero prefería evitar mirar, mientras que Ricky no quitaba la vista de aquel acto, parecía que lo disfrutaba.

Algunos cupidos se acercaron a ver lo que ocurría, asustándose de aquello, sus ojos se agradandaron del miedo y deseaban que eso jamás les pase.

Matthew, a quien lo había dejado en libertad, estaba llorando, ni siquiera se podía imaginar el dolor que estaba sintiendo su amigo. Quería ayudarlo, pero no podía.

Había terminado. Sus alas ya no existían, ya no podía volar, ni siquiera llamarse ángel.

—Eso le pasa a todos aquellos quienes desobedecen —dijo Ricky con frialdad

Hanbin estaba con la cabeza baja, temblando y con los ojos llorosos. Afrodita no quitó la vista de él, pero ya no estaba molesta como hace unos minutos.

—Lo siento por eso, Hanbin, no tenía otra opción —mencionó un poco redimida —estás desterrado

Los cupidos se alejaron con miedo del lugar al escuchar esa palabra. Hanbin ya no iba a pertenecer más al templo.

—Los humanos te hacen débiles Hanbin —volvió a hablar ella —aunque los conozcamos debemos conocer nuestros límites, por eso existe esa regla —bajó la mirada —cuando te enamoras... ya no hay vuelta atrás...

[...]

Hao se encontraba llorando en su habitación, solo y sin consuelo, le dolía la cabeza, el cuerpo, sentía que ya no podía más consigo mismo, todavía se sentía sucio desde aquella noche.

Aunque hayan pasado algunas semanas, tenía miedo de lo que pueda pensar Hanbin si se llegara a enterar de eso, su mente se lo recordaba a cada rato y en todos los escenarios posibles veía como él se termina enojado y decepcionando de él.

Por algo que ni siquiera fue su culpa, pero Hao en ese momento no lo veía así.

Cuando se vuelva a despertar, la dueña del apartamento estará reventado la puerta tratando de botarlo. ¿A dónde se supone que iría?. Sin comida, ni dinero.

Todo se había ido a la mierda.

Absolutamente todo.

Incluso él.

No podía soportarlo más, las voces en su cabeza era más fuerte que él. Su única razón por la que seguía con vida desapareció... y no tiene la seguridad de que vuelva, ya que él jamás se lo prometió... ya no podía depender de nadie más.

Tocó fondo.

Tampoco había alguien que se preocupe por él si algo le pasara, no había nada.

Ya no puedo más.

Comenzó a sollozar mientras en un papel escribía todos sus pensamientos.

Hubiera preferido que todo sea diferente... sólo soy una carga para todos, incluso para ti, Hanbin, te metí en tantos problemas... no mereces a alguien como yo en tu vida, y yo no merezco a alguien tan perfecto como tú.

Traté de ser fuerte por ti...

Pero ya no estás...

Y ya no puedo ser más fuerte...

Aunque de dos pasos adelante, ocurre algo que me hace retroceder diez.

Espero que seas muy feliz, si es que aún estás por ahí, si es que llegas a leer esto... y sino, también espero que lo seas.

Lo siento mucho... perdóname y gracias por todo, por enseñarme a que soy capaz de amar de nuevo sin miedo.

Siempre has sido mi ángel. Ningún humano se podrá comparar con alguien como tú, todos son despiadados.

Tu alma pura permanecerá conmigo.

Siempre te voy a amar.

Te amo, Hanbin.

Zhang Hao

Al terminar, dejó la nota mojada con algunas pocas gotas de sus lágrimas y la dejó en el suelo. Abrió su cajón sacando un frasco de pastillas para dormir. Sin embargo, su objetivo ahora era dormir... para siempre.

Sin pensarlo empezó a tomarlas de golpe, una tras otras evitando dormirse, seguía tomando y tomando en montones, casi se atraganta con unas dos.

Después de unos segundos comenzó a marearse, sabía que ya se iba a dormir, soltó el frasco haciendo que se derramaran. Hao se acostó lentamente en el frío suelo cerrando los ojos lentamente.

—Podré ir al cielo contigo, Hanbin, podré ser un ángel como tú... —dio una última sonrisa y cerró los ojos despacio

Se dejó ir.

Por fin pudo descansar.

[🤍]

arrow shot ➳ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora