El salón de fiestas era un lugar completamente blanco adornado con luces moradas, sobre una alfombra grisácea, dentro del cual había mesa de postres y bebidas y en medio de todo, estaba la pista de baile ambientada con un enorme equipo de sonido controlado por un DJ decorando todo con paneles de luz.
Entre el bullicio de personas que se dedicaban a charlar entre sí se encontraba el grupo de la rama principal de los Tashibana, conformada por Reiji, Mei, Hiashi y Tashika a quienes Mitzuru había optado por presentar con sus becarios acompañados por la asistente Maia.
Era una formalidad que hacía con los chicos para que conocieran las caras de sus jefes, sin embargo, no esperaba que su madre aprovechase el encuentro para ir formando un enfrentamiento con Elizabeth.
Sabía que la analizaba, desde niño pensaba que ella era excesivamente sobre protectora. Veía a cada persona que se acercaba a él como una posible amenaza pero, cuando creció, empezó a creer que más que sobreprotección, lo que padecía su madre era una manía por el control, el problema era que ese control que le asustaba tanto perder era sobre la vida de Mitzuru.
—¿Conocen a mi madre? —dijo en un suspiro Mitzuru, repudiando el innecesario comentario sobre el vestido de Elizabeth—, Tashibana Mei.
—Mucho gusto, señora—la saludó Roberta, pero Mei seguía con la vista fija en el atuendo de Eli.
—¿No tienes frío, niña? —Mitzuru desvió su quijada, por más que le mostraba su molestia, Mei no parecía tener la intención de dejarlo estar.
—Claro que no, soy Neoyorquina. Mi cuerpo se adapta al frío, después de todo, lo llevo lo caliente en la sangre—Respondió Elizabeth con cierto descaro— ¿usted no tiene frío?
—¿Yo?
—Sí, digo, aunque su vestido es largo, la tela es delgada, y ¿tirantes de espaguetti?—Mei buscó la intervención de Mitzuru, pero él solo apretó los labios como conteniendo la risa.
—¿Te hiciste un tatuaje, Maia? —intervinó Tashi para detener la discusión.
Maia, que había permanecido inusualmente callada durante todo el rato, solo escondió su brazo tras su espalda.
Traía puesta una camisa blanca y se transparentaba sutilmente la maga, dejando entrever la palabra que aún no se le había borrado del brazo.
—Es una quemadura—mencionó Eli—, se quemó a sí misma.
—Debió ser muy doloroso.
—Se me pasará en unos días—aseguró Maia—. No hay mal que dure 100 años—se giró a Elizabeth.
—Por un tatuaje así —mencionó Hiashi —, te despedirían en Japón.
—Por fortuna, aquí no son tan rígidos al respecto—le respondió Eli.
—Sí, ¿Mitzuru? —lo molestó Hiashi —¿No te pones rígido?
—Solo lo suficiente—se defendió Mitzuru.
—Tampoco es que sea común ver a Mitzuru en Japón—agregó Tashi.
—¿Por qué será eso? —le preguntó Eli a Mei.
—Tal vez le gustan los premios que le dan—bromeó Hiashi.
—Parece que los americanos son fáciles de impresionar—agregó Reiji.
—¿Por qué? —preguntó Eli a la defensiva—¿Cuántos premios tiene usted?
—Bueno—intervinó Mitzuru viendo fijamente a Eli—, se los presento para que les conozcan las caras a sus jefes.
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Costo y Beneficio
RomanceCon el corazón roto y los bolsillos vacíos, Elizabeth lo ha perdido todo. Ahora, tiene solo 9 meses para cambiar su vida. Mitzuru es un hombre distante y frío que vive volcado por completo a su trabajo. Cautivado por la belleza de su nueva empleada...