Mitzuru la observo atónito, no se creía lo que había escuchado salir de sus labios, el hecho de que ella se riera en ese momento solo aumentó en él la sospecha de ser víctima de una broma.
—Es un pervertido—dijo Elizabeth en un puchero.
—Pero—se levantó para quedar a su altura—, si usted fue la que lo dijo.
—¿Se da cuenta, señor Tashibana? —presumió—Me basta con decir la palabra "tetas" para tener toda su atención.
—Ni siquiera necesita decirlo—admitió burlándose de sí mismo.
—Estos zapatos—preguntó inclinándose hacia él como si le ofreciera de nuevo sus labios—, ¿me va a pedir que se los pague?
—Nunca le pediría que me pagara nada—respondió inclinándose a ella, sin embargo, cuando se dispusó a tomar un beso, ella se alejó.
—Dudo que sea tan altruista—sugirió y después arrugo su nariz—. Creo que está haciendo puntos.
—¿Para verle el pecho?
—Nunca dice las palabras, ¿cierto? —le preguntó con una sonrisa burlona.
—No frente a una dama.
—¿Incluso si... quien lo dice, justo en ese momento, no tiene ganas de ser una dama?
—Una dama es una dama—susurró—, aun cuando no quiere serlo—y clavo en ella esa mirada que la hacía ruborizarse.
Ya no era un juego de cazador y presa, era una lucha entre depredadores.
A Mitzuru eso no le pasaba. Él perseguía a las mujeres y después de tener, ya fuera su consentimiento o su rechazo, continuaba con su vida.
Si era el consentimiento las mantenía un rato con él, si era rechazado pasaba a la siguiente.
Nunca había estado frente a una mujer que jugara con él como lo hacia ella. Sin decirle que no, sin decirle que sí. Manteniéndolo en un limbo tan asfixiante como emocionante. Como en un buen libro de misterio, si supieras el final sería aburrido.
—Es incluso más gallardo—menciono ella.
—¿Qué quien?
—No importa. Incluso si me sigue viendo como una dama, le doy permiso de dejar el porte de caballero.
—¿Usted me da permiso a mí?
—Así es. Un permiso para que lo diga. Diga: "Elizabeth, quiero verte las tetas".
—¿Si lo digo lo hará?
—¿No cree que valga la pena intentarlo?
Ella era una apuesta peligrosa, podía dárselo todo y, aun así, no obtener nada. O podía valer la pena al final.
Era un juego nuevo para él y en la monotonía en la que se había convertido su vida, casi nunca se encontraba con algo nuevo. Algo que realmente lo sorprendiese.
—Elizabeth—la vio directamente a los ojos, pero no pudo soportar ese rostro que parecía estar listo para soltar la burla, no pudo soportar el pensamiento de que quizás era el mismo juego de siempre, solo que su ego no le dejaba ver que, esta vez, él era la presa—, Anata ti sekkusushitaidesu.
Ella empujó sus piernas una contra la otra como si las obligara a no abrirse, por un segundo la sangre que corría por sus venas se le detuvo y justo después, un calor abrazador le quemaba el estómago.
Su gesto hizo que el sabor de la victoria se derramase dentro de la boca de Mitzuru.
—Eso es trampa, señor Tashibana—dijo en un suspiro.
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Costo y Beneficio
Romance"¿Por qué he de conformarme con su dinero, cuando podría tenerlo todo? " Abandona, quebrada y embarazada, una joven se ve gradualmente empujada hacia una relación carnal con su jefe a cambio de apoyo financiero, mismo que a su vez, rechaza la idea d...