Capítulo 3: Tashibana Mitzuru, C.E.O

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Del área residencial en Brooklyn, hasta los imponentes rascacielos de Manhattan se llega en solo veinte minutos. Sin embargo, frente a la pizarra de esa cafetería de mesas altas y decoración minimalista, Elizabeth Marcovich comprobó la diferencia entre los estilos de vida de uno y de otros, pues los precios en Manhattan parecían tener impuesto extranjero.

¿Tres dólares por una galleta?, ¿enserio?, ¿catorce dólares y medio por un estúpido burrito? Se llevó la mano al estomago para comprobar que el quejido animal provenía de allí, sin importarle al mismo cuanto le dijesen los ojos y el cerebro que lo único que podía permitirse en su situación, era la oferta de un café americano por un dólar.

No obstante, ella conocía un truco especial para conseguir comida gratis.

Miró a su alrededor como si buscara a alguien especifico hasta que lo encontró, tercer puesto de la fila, japonés de estatura media con el cabello café en hondas desalineadas, parecía impaciente y desubicado, nada especial, pero tenía un indudable reloj Montblanch en la muñeca derecha y un traje Hugo Boss, era el objetivo lógico.

Sin pensarlo mucho, se abrió paso hasta él y lo saludo con una simpática sonrisa.

—Hola.

Él actuó como si no la hubiese notado antes, desvió su vista para asegurarse de que era a él a quien le hablaba y después la regresó a ella en una sonrisa temblorosa.

—Hola—respondió como en un suspiro—. Kai.

—Eli, ¿trabajas por aquí?

—Si, en un rato —se rio sin ninguna razón —¿y tú?

—Es mi primer día.

—Felicidades.

—Gracias. —Ante el pesado silencio, ella retomó la palabra—y ¿planeas comer aquí?

—Sí —respondió como si se le acabara de ocurrir—, la comida es buena, ¿tú vas a comer aquí?

—Solo vine por el café.

—Ya veo.

—La comida se ve bien, pero solo tengo un dólar—mencionó moviendo los hombros.

—Que tragedia, deberías probarla—se lamentó Kai—, oye, ¿no te gustaría comer conmigo? —ella contuvo su sonrisa victoriosa—, pide lo que quieras, yo invito.

—Me encantaría.

Llegaron a la caja y ella no tuvo reparos en pedir un burrito, un frappe de caramelo y una galleta de postre.

***

Ya eran las 10:07 a.m.

Tashibana Mitzuru se encontraba sentado en la parte trasera de su camioneta que había adaptado con asientos largos de cuero negro, posicionados uno frente al otro con la finalidad de que pudiese servir incluso de oficina o sala de juntas provisional.

Reviso su bien cronometrado Rolex Daytona Plateado, calculó que llegaría a la oficina a las 10:20 a.m. a más tardar, dependiendo de la fila que Kai hiciera en la cafetería. Acción que, le parecía una pérdida de tiempo.

Había 1500 personas trabajando en su edificio, seguro que alguno tendría tiempo de ir a conseguir el "burrito norteamericano" que Kai tanto ansiaba probar. Mitzuru llegó incluso a cuestionarse si no era una mala excusa que le había dado para no trabajar.

No debió dejarlo después de que se burlase de él diciendo que era la única persona que conocía que todavía usaba una agenda de papel, sin embargo, ahí estaba, esperandolo y repasando mentalmente la misma. 

Costo y BeneficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora