Capítulo 56: Un patán con manto de heroe

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Los pisos eran laminados, los manteles blancos con turquesa y las sillas estaban acolchonadas. Desde el enorme candelabro que se ceñía sobre sus cabezas hasta el esmoquin que portaban de uniforme los meseros, todo en el restaurante gritaba lujo.

Sin embargo, Mei estaba más concentrada en inspeccionar todas y cada una de las facciones de la mujer que tenía sentada frente a ella. Sinceramente, no la impresionaba en lo absoluto.

Sí, era bonita, ¿y qué? Su belleza no era como la de una perla encontrada dentro de una concha, si no más como la de una fabricada. A Mei le parecía más bien monótona, repetitiva, no más impresionante que una supermodelo o una actriz del montón.

Sin embargo, debido a esa mujer, ella tenía desde la mañana del viernes que no veía a su hijo y al recordarlo, él no había sido muy amable.

Tras inspeccionar las gardenias del arreglo floral, Elizabeth fijó su mirada en ella. Tashibana Mei, con un vestido versace, con movimientos rígidos y prácticos al tomar su copa de vino, pulcra, fría y altiva, la reina blanca que escapo de Narnia.

—Puedes pedir lo que quieras—mustió al fin aquella imperturbable mujer—, yo invito, sé que no puedes pagarlo.

—No se preocupe—sonrió Elizabeth imitando su condescendencia, después abrió su bolso y sacó la tarjeta de crédito que no le devolvió a Ryu—, traje la tarjeta que me dio Mitzuru—presumió, más ese rostro no se inmutó.

Se giró al mesero y le pidió un pastelillo y una malteada, Mei pensó que era lo que pediría una niña.

—¿Es la forma correcta de hablar de tu jefe?

—Él me dice "bonita" —levantó los hombros.

—Ya veo—llevó su mano a su copa para dar un segundo sorbo—, algo genérico, pero no tanto. Seguro que lo copió de algún libro.

—Sí. ¿A usted cómo le dice su esposo?

—Me dice por mi nombre. Lo bueno de eso es que, así estoy segura de que recuerda con quien está hablando. ¿crees que tu apodo es nuevo o lo usó con otra chica antes?

—Mitzuru no haría eso.

—¿Lo sabes por los extensos dos meses que tienes de conocerlo?

—Cuando usted llegó a su departamento y subió a su habitación, no esperaba ver a una chica allí, ¿cierto? —Mei se quedó estática—. Porque Mitzuru no lleva mujeres a su casa, pero allí estaba yo, durmiendo entre sus brazos. Creo que, ambas sabemos que mi estatus en su vida es más importante que el de una de "sus mujeres".

—¿Y con eso ya crees que eres especial? —le preguntó en tono burlón—. Las mujeres de tu generación se conforman con tan poco.

—Si no lo soy, ¿Cuál es su necesidad de hablar conmigo? Si tanto le molesto—se hizo la ruda—, dígale a Mitzuru que me deje y listo.

—Muchacha, eres una de las favoritas de dios. Porque, veras, Mitzuru va a casarse pronto.

—¿Enserio? A mí no me ha dado el anillo.

—Obviamente—balbuceó Mei ignorando la satisfacción que su rabia le causaba a Elizabeth—, no se va a casar contigo.

Elizabeth sonrió con malicia al tiempo que el pastelillo era puesto delante de ella, Mei se preguntó si Mitzuru había visto alguna vez, una cara como esa en ella.

—No se ofenda, Mei, u oféndase si quiere, pero esa decisión, no le corresponde a usted.

—Mira que hay que tener ego para pensar que un hombre como él, se casaría con una mujer como tú.

Costo y BeneficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora