—Elizabeth, ¿te vas a levantar? —preguntó Mitzuru, él ya estaba vestido y había desayunado solo pues ella permanecía recostada boca abajo.
—No—se quejó Elizabeth y extendió las manos hacia él—, ven a darme mi beso de despedida.
—No seas infantil—la regañó.
—Es culpa tuya —señaló con un puchero—. Dijiste que no me dolería y ahora no me puedo levantar.
—Te dije que no te dolería durante, no sabía lo que pasaría después.
—Si, porque siempre te las coges y te vas.
—Antes —hizo especial énfasis en ello—, antes hacía eso. Ahora soy un hombre comprometido —le tomó el rostro con las manos —, con la mujer más bella que existe.
—¿Y por eso —le sostuvo la mano con fuerza—, te bastará conmigo, Mitzuru?, ¿te olvidaras de las otras cuatrocientas mujeres con las que estuviste antes?
—Admito que no he sido demasiado decente con las mujeres a lo largo de mi vida y aunque no fueron tantas —hizo especial énfasis en ello—, tampoco fueron pocas. Pero ¿sabes qué? A ninguna de ellas les compré un departamento, las invité a mi casa ni les propuse matrimonio. ¿Sabes por qué? Porque en ninguna encontré esto que tengo contigo, Elizabeth. No es que me baste contigo, es que nunca pensé que sería tan feliz como lo soy a tu lado. Al fin me siento... pleno—susurró—. Mientras esté contigo, no necesito nada ni a nadie más—con el choque de sus labios selló su declaración.
—Ay, Mitzuru —suspiró Elizabeth —, te juro que el amor nunca se había sentido así de bien.
Mitzuru sonrió satisfecho, le dio un beso en la frente y se encaminó a tomar su portafolio.
—Ya me voy o llegaré tarde —anunció él—. Descansa unas horas, te enviaré a Ryu y si te sigues sintiendo mal, que te lleve a ver a un médico. Si no es así, quiero que vayas a buscar un vestido apropiado para la cena con los Tashibana.
—¿A qué te refieres con apropiado?
—Algo más...—lo pensó en silencio— discreto de lo que sueles usar.
—¿Mi ropa de pordiosera no es suficiente para tu familia burgués? —preguntó con ironía.
—Solo quiero evitar conflictos en lo más posible.
—Pensaras llevar a otra, entonces.
—No me retes, linda —advirtió y la sonrisa de Elizabeth desapareció—. ¿Cómo va ese dicho? Solo se una Jackie, no una Marilyn.
—Apuesto a que a Jackie nunca le dieron por detrás —afirmó de brazos cruzados.
—Nos encontraremos en casa al anochecer y quiero ver el vestido—declaró serio.
—¿Sabes una cosa, Mitzuru? —sonrió juguetona—. Este departamento es tan bonito, es una pena que se desperdicie.
—Lo usas de estudio, ¿no?
—Sí. Pero podría usarlo como casa también.
—¿Cómo?
—Sí. Está a cinco minutos de tu departamento.
—Entonces, ¿porque no solo te quedas ahí?
Elizabeth se mordió el labio y escondió la mirada.
—Mi mamá dice que es inapropiado que vivamos juntos antes de la boda.
—¡¿Y por lo que ella dice te vas a mudar?! —exclamó sumamente ofendido.
—Es que ya no quiero pelear con ella.
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Costo y Beneficio
RomanceCon el corazón roto y los bolsillos vacíos, Elizabeth lo ha perdido todo. Ahora, tiene solo 9 meses para cambiar su vida. Mitzuru es un hombre distante y frío que vive volcado por completo a su trabajo. Cautivado por la belleza de su nueva empleada...