Capítulo 82: Solo casualidad

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—¡Ya voy! —anunció Alika con voz cansada mientras se dirigía a la puerta. No estaba de humor para recibir ninguna visita. Su actitud no mejoró cuando abrió y encontró a Elizabeth del otro lado, su sonrisa brillante era casi cegadora para Alika.

—Hola —saludó con su voz chillona —, ¿cómo estás, Alika?

—Cansada—respondió sin ocultar su fastidio—. Quiero dormir.

—Me iré pronto —afirmó justo antes de entrar a la casa sin invitación—. Te traje el desayuno —le mostró una bolsa de papel.

—¿Qué es?

—Hamburguesas.

—¿Hamburguesas para el desayuno?

—Son las tres de la tarde—respondió entre risas.

—Roberta llegará en un par de horas.

—Yo no la esperaría, Mitzuru está preparando la junta para los socios, como Maia ya no está y no confía en Lottie...

—Le está cargando la mano a Roberta —chistó—. No puedo creer que le hiciera eso a la perra que se cogía.

—No lo hace apropósito. Está tan acostumbrado a trabajar mucho que no se da cuenta de que es excesivo. Ayer me dijo que quería ver el vestido que compré, pero cuando llegó se encerró en el despacho y ya se había ido para cuando desperté. No creo que haya entrado a la cama en toda la noche.

—Roberta no se queja, está muy orgullosa de ser "tomada en cuenta para un trabajo tan importante" —se burló.

—Ah. Son tal para cual.

—Sí. Trabajólicos de mierda—se dejó caer en el sofá—. Yo tengo que encontrar algo pronto.

—Tú deberías concentrarte en tu recuperación.

—Roberta dice lo mismo, dice que tiene ahorros y que estaremos bien un tiempo con su sueldo, pero ayer casi ni durmió. No puedo quedarme sin hacer nada viéndola así, además, me deja todo el día sola aquí y cuando está no hace más que trabajar—hizo mayor énfasis en lo último —. Me aburro como nunca.

—Mi papá me dijo que necesitaban gente en el centro de reintegración social.

—¿Qué es eso?, ¿un nombre elegante para la cárcel?

—No —respondió entre risas—. Es como un albergue masivo, tienen escuela para huérfanos y enseñan oficios para adultos. Mi mamá trabaja ahí, da clases de costura. No pagan tal mal y siempre hay trabajo.

—Sí, iré a ver—tomó una de las hamburguesas—. Gracias.

—Ni lo menciones. Quería venir a verte ayer, pero me distraje con Koyuki.

—¿Quién es Koyuki?

—Te conté de ella, es la mujer que Mei trajo para quitarme a Mitzuru.

—¿Y la mataste?, ¿a eso viniste?, ¿quieres que te ayude a esconder el cuerpo? —preguntó de una manera muy seria.

—No—respondió entre risas—. Al final, nos hicimos amigas.

—Ya veo, atrapas más moscas con miel que con vinagre—señaló.

—La verdad es que me agrada.

—Suena como una rica burguesa.

—Lo es. Y también es muy directa, no siempre me agrada lo que me dice, pero creo que es honesta—Alika no dijo nada, se quedó pensativa—. No estes celosa—agregó juguetona—, tú me agradas más, hasta te traje un regalo. —Le ofreció el tuvo que llevaba en la espalda.

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