Capítulo 28: Mala para ser madre

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Cuando terminó de cantar, Eli puso el micrófono en la mesa donde estaba la laptop y bajo casi corriendo de la pista de baile para encontrarse con sus padres, Edvin Marcovich la recibió entonces con un aura alegre.

—Mamá—se dirigió Eli inmediatamente a ella que lucía tan fría como siempre. Usaba un vestido floreado, seguramente confeccionado por sí misma, de mangas por encima de los codos, se había planchado el cabello y dado un toque de maquillaje, apenas algo de base, un hilo de delineado sobre los ojos y un labial rojo, que resaltaba su rubia cabellera —¿Qué haces aquí?

—Vine a acompañar a tu padre—respondió Lucrecia, actuando como si hablase con una desconocida—, como siempre.

—Abogado Marcovich —apareció Tashika Tashibana unos segundos después —¿Cómo se encuentra? —le dio la mano a Edvin.

—Tashika-san—le respondió Edvin—. Bien, es bueno volver a verlo.

—Señora Marcovich—Tashika hizo una ligera reverencia, ella asintió a modo de saludo—, ya nos presentaron a su hija, es tan bella como usted.

—Gracias.

—Eli, que bonito cantaste—la elogió su padre —, ¿no te parece Lu?

—Ah—dijo a modo de "más o menos", eso no evitó que Eli casi se alegrase como si le hubieran dado un premio.

—¿Te gusta el lugar, mamá? —preguntó ansiosa, lista para decirle que ayudo a decorarlo.

—Supongo que está bien—respondió en su desasosiego.

—Hoy estuve trabajando aquí. Ayude con las decoraciones.

—¿No estabas en finanzas?

—La de eventos dijo que necesitaba mi ayuda porque tengo "visión creativa".

—Alicia y sus estupideces—menospreció. Su hija se esforzaba en mantener su sonrisa. Lucrecia la vio de pies a cabeza y se centró en la cintura de su falda—¿Hiciste este vestido? —luego señaló una parte arrugada de la costura—, te quedo mal esta parte.

—Es que lo hice con prisas.

—Necesitaras descoserlo y volverlo a hacer.

—Sí, eso haré.

—Oh, Nico—exclamó Lucrecia girándose al muchacho, Elizabeth ni siquiera lo vio bajar de la pista—también estás aquí.

—Si—sonrío Nico—. Me hicieron ayudar con las sillas, me pagaron y me dejaron quedarme en la fiesta.

—Ya veo.

—También anda por aquí Takeo.

—¿Takeo? —preguntó Edvin a Elizabeth —¿Tu amigo de la preparatoria?

—Ah, sí—lo recordó Lucrecia—, el bajito.

—Vino a hacer algunas entrevistas para la escuela—explicó Elizabeth.

—¿También eres becario? —preguntó Tashi a Nico.

—No, trabajo con mis padres en la panadería. Había estado estudiando con el ejército pero, finalmente me dejaron volver a casa.

—Vaya, un muchacho impresionante. Le diré a Mitzuru que te contrate.

—No se preocupe, yo estoy muy feliz y aprendo muchas cosas en la panadería.

—Trabajador y leal, qué pena, ese tipo de personas son las que le encantan a Mitzuru. Pero igual tienes suerte—miró a Elizabeth pretendiendo hacer una broma—, porque también suele arrastrar a otros con su adicción al trabajo. ¿O no, señorita Marcovich?

Costo y BeneficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora