Capítulo 47: Zirconia

204 28 11
                                    

—¡Estuvo excelente! —exclamó Kai con la mitad de su rostro adornado por una sonrisa caminando a grandes pasos mientras se dirigían al estacionamiento del edificio.

—Aja. —Lo seguía un distante Mitzuru con una actitud mucho más apática.

La última junta se prolongó hasta el anochecer y tras un trato conveniente, se convirtió en un encuentro de copas entre hombres, dos animados y uno que ya se había cansado de fingir que lo estaba.

Todo terminó en la madrugada, cuando el dueño de TempIA se había marchado con una de las meseras. A Mitzuru solo le restaba librarse de Kai para emprender el camino a su casa donde al fin podría seguirse amargando hasta quedarse dormido.

—Tenías razón, la propuesta era buena, ni siquiera hicieron preguntas al respecto. —Su mente divagó al ver a Mitzuru tomar la licorera de su saco para beber su contenido—. ¿vas a seguir bebiendo?

—Sí. ¿Por qué no? —le respondió con desdén y volvió a dar un sorbo.

—¿No estas borracho ya?

—Para mi desgracia he desarrollado una asombrosa resistencia al alcohol.

—¿Enserio? —alzó su ceja incrédulo.

—Sí. Ahora necesito al menos dos de estos para que empiece a hacerme efecto.

—Mitzuru, lo has vaciado tres veces.

—Lo estas imaginando.

—Lo rellenaste en el auto en la mañana, después entre la junta de IO electrics y Danmio, y una tercera antes de venir aquí. Además, bebiste todo eso en la barra...

—Se suponía que yo era tu niñera, no tú la mía—respingó con fastidio.

—Entonces, ¿Por qué me llamó tu madre?

Mitzuru exhaló una queja.

—Porque apagué el teléfono—dijo con orgullo como si fuese un adolescente revelándose.

—Quiere saber si encontraste el anillo.

—Claro que lo encontré, es solo que se me ocurrió una idea mejor —propuso animado—¿Qué tal si en lugar del anillo, me corto el dedo de en medio y se los envió a los Takeda para que se lo entreguen en una puta caja a su puta hija?

—Sublime —contestó neutral—. Y grotesco. Le daría a Reiji-san la excusa perfecta para borrarte del registro familiar, pero oye, sería los más teatral que hayas hecho.

—¿A quién le importa lo que haga Reiji?

Kai no entendió si acaso se trataba de una broma, por lo que se mordió el labio antes de tomar animos para decir algo.

—Tal vez te vendría bien salir de viaje, escuché que tu amigo Charlie está en Miami, podrías ir a su hotel a levantarte el ánimo.

—Mi ánimo está bien, ocúpate del tuyo.

—No me refería a eso—se explicó nervioso, igual Mitzuru no le prestó atención, se subió al auto haciendo como que no lo escuchaba—. Mitzuru —se inclinó Kai al interior—, enserio, tienes un humor mucho peor que antes.

—¿Y qué?

—¿Y qué? —lo parafraseó indignado—, me preocupas.

Con sorpresa recibió una burla a su declaración.

—Tranquilo, no planeó saltar de un edificio.

—Yo nunca diría eso—repuso contrario a sus deseos de salir huyendo.

—¿No? Entonces ¿crees lo que dice Hiashi?

—Sabes que él no lo dice enserio.

—Claro que sí—le aseguro con resentimiento—. Igual que era enserio cuando me arrojó a la piscina antes de que aprendiera a nadar. Igual que era enserio cuando me encerró dentro del contenedor de basura y lo cerró con un candado esperando que llegase el camión. Igual que lo era cuando mató a mi perro.

Costo y BeneficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora