—Olvídalo.
—Roberta—se cruzó de brazos—, ¿Dónde está Mitzuru?
—No esta aquí si es lo que preguntas.
—¿Y cómo sabes que no está en Suiza?
Roberta se mordió el labio, Eli se sopló un mechón de cabello.
—Dime—le ordenó—, anda, ¡Dime ya! —Roberta apretó los ojos. Elizabeth le tomó entonces el brazo—. Ambas sabemos que no puedes correr el riesgo de enfrentarme, ¿verdad?
La amenaza implícita en su intimidación esfumó por completo la sororidad que Roberta había llegado a sentir hacia ella.
—Me dio una dirección —confesó—, para enviarle una copia de la renuncia.
En silencio, Elizabeth estiró la mano exigiendo la información y Roberta le entregó contra su voluntad, una nota amarilla con la dirección escrita. Elizabeth le sonrió de manera tétrica. Luego, le acarició una de sus rastras.
—¿Ves? Que fácil es cuando seleccionas el lado correcto ¿verdad?
Roberta no contestó. Solo se quedó quieta mientras la veía marcharse, al final, se sintió muy decepcionada de sí misma.
El mundo no cambia, no importa si estas en la secundaria o en la oficina, siempre hay alguien que esta en la cima y alguien a quien pisotean para llegar a ella.
Roberta Gutierrez prefería pensar que estaba al margen, porque cuando era arrastrada a esa escalera, nunca se veía en la cima.
Aunque era un edificio cercano a la oficina, el departamento era mucho más pequeño de lo que Elizabeth imaginó que seria. Además, los colores claros y las plantas en los rincones, no iban mucho con los tintes opacos de los que generalmente se rodeaba Mitzuru.
Aun así, era una mansión comparado con el departamento donde vivía ella.
En cuanto encontró la puerta con el número doscientos treinta y cinco, comprobó la dirección en el papel, después tocó el timbre.
Espero tres segundos antes de tocar tres veces continuas, tras el mismo silencio, procedió a golpear la puerta.
—¡Señor Tashibana! — lo llamó desde afuera mientras golpeaba—. ¡Señor Tashibana! —insistió siendo un más ruidosa que al principio—. ¡Mitzuru—perdió los estribos y comenzó a gritar—, abre la puta puerta, cabron!
Fue cuando la misma se abrió por completo. Eli apenas vió las facciones de Mitzuru antes de que este le tomara la muñeca y la jalara del brazo al interior del departamento.
La resistencia que ella pretendía mostrar solo aumentaba la fuerza del movimiento en él, para cuando ella estuvo completamente adentro del inmueble, Mtzuru cerró la puerta.
Los colores claros se extendían al departamento, que también era tipo estudio. Al lado derecho se veía una puerta que presuntamente daba al baño seguido de una bien iluminada cocina con muebles madera en tono suave y una isla en medio acompañada de bancos azules.
Al otro lado de estaba la sala, era color azul sobre una alfombra blanca afelpada que daba vista a un televisor sobre una chimenea falsa. Y en medio de ambas estaba una amplia cama Queen que tenía suaves y blancas sabanas, dos esponjosas almohadas y una base lisa elevada por una plataforma mientras la pared de atrás era de cristal dando paso a una envidiable cantidad de luz natural además de una panorámica vista a la ciudad.
Deslumbrada por el lujo y la calidez que representaba el inmueble, ella casi olvido la razón de su visita. Pero la recordó al escuchar los pasos de Mitzuru acercándosele, por lo que, alerta, se giró a él.
ESTÁS LEYENDO
Costo y Beneficio
RomanceCon el corazón roto y los bolsillos vacíos, Elizabeth lo ha perdido todo. Ahora, tiene solo 9 meses para cambiar su vida. Mitzuru es un hombre distante y frío que vive volcado por completo a su trabajo. Cautivado por la belleza de su nueva empleada...